martes, 17 de diciembre de 2019

Pequeña decepción

Hoy nos espera una ciudad, la cual tiene una luz y un color especial, que no es otra que la siempre acogedora Sevilla, donde nos dirigimos al restaurante Becerrita, a degustar las excelencias que nos brinda dicha capital andaluza. Antes de comenzar, merece la pena detenerse a conocer un poco de su rica y vasta historia. Con aires tasqueros en un singular edificio de principios del siglo XIX, los cuales se conservan aún, y bajo la denominación de Taberna Picacho, la cual evidentemente la ha perdido, nació en 1968 la aventura a los mandos de Enrique Becerra Reyes, para continuar con ella Jesús Becerra Gómez.







Y su ubicación también es más que interesante. Es cierto, que se aleja ligeramente de la zona más bulliciosa de la ciudad, pero se halla en la famosa puerta Carmona en la ronda histórica de la ciudad. El local, siendo un lugar clásico, se ha ido modernizando, con un mobiliario y decorado ornamental vanguardista. Como hemos comentado anteriormente, ya que no olvida sus orígenes, la opción de tapas en la barra es muy demandada. Nosotros, no obstante, optamos por sentarnos en uno de los distintos salones de los que dispone, concretamente en el Comedor Imperial.










Ya sin más preámbulos, nos centramos en las siempre protagonistas delicias gastronómicas. Primero, cortesía de la casa, se nos obsequió con unas patatas aliñadas con aceite de oliva. Sin alardes y quizás, con un exceso de aceite.












Continuando con lo que propiamente fue nuestra demanda, optamos por saborear, como no, uno de sus entrantes estrellas: ensaladilla de gambas. La textura de la propia ensaladilla, a la cual, si añadimos la enorme calidad de la gamba, seguro con procedencia onubense, nos deja un plato con un recuerdo notable.








Sin embargo, ese dulce comienzo se fue amargando tras probar el siguiente entrante, el cual igualmente se encontraba entre las recomendaciones de la casa: croquetas de cola toro. Cual fue nuestra sorpresa y disgusto, tras comprobar que no se trataba de unas verdaderas croquetas, dado que la bechamel brillaba por su ausencia. El relleno recordaba a un compango típico de la fabada asturiana, lo que convertía a la croqueta en algo ciertamente difícil de deglutir. sin riesgo a empacharse.








Con el fin de aligerar nuestros estómagos pesados, tras el mal trago anterior, decidimos saborear un plato más refrescante, con el cual, desafortunadamente, tampoco acertamos: tartar de atún rojo de Almadraba. Al igual que las gambas, el atún era un buen producto de la tierra y de calidad, pero que no sirvió para redondear el plato. No resultó tan ligero como uno creía y deseaba. Lástima.









Finalmente, atacamos, como no podía ser de otra manera, a una de las especialidades y referencia de tierras andaluzas: guiso de cola de toro "sevillana". Y aunque resulte muy extraño de creer, no hubo éxito, hecho que no nos había ocurrido jamás en esta bella ciudad. Quizás el toque, al que ellos llamaban "sevillano", era el de las especias, de las cuales abusaron enormemente, enmascarando el verdadero sabor.












Para terminar los postres. Por un lado, un brownie de chocolate y crema catalana. No podemos decir que fuera un auténtico brownie al uso, sino más bien una tarta que combinaba ambas opciones. Algo novedoso y curioso, pero, a fin de cuentas, agradable para el paladar.












Por lo que respecta al otro postre, también podría entrar en la lista de dulces con cierta elaboración: helado de turrón con torta de almendras. Buen helado y una sabrosa torta. Tierra de helados y torta. No nos podía defraudar.









Les prometo que volveremos a visitar este lugar, porque confiamos plenamente en que durante la segunda oportunidad disfrutaremos más intensamente.


Última visita: 30/11/19
Ver ubicación Longitud: -31º 42’ 48.16’’ Sur Latitud: 40º 23’ 48.35’’ Norte

Calle Recaredo, 9

41003 Sevilla

034 954 412 057



jueves, 5 de diciembre de 2019

De casta le viene al galgo

Les pongo en antecedentes. Tras 40 años liderando el Asador Katxiña, el matrimonio formado por José Miguel Zendoia y su mujer María Pilar Etxezarreta decidieron poner fin a su exitosa carrera, pero afortunadamente tomaron el testigo en un entorno muy cercano Izaskun e Iñaki Zendoia. Concretamente en la villa de Orio en el año 2014 inauguraron el restaurante Bodega Katxiña, cuyo éxito ha sido fulminante, como lo demuestra su reciente el premio al “mejor asador de lujo del mundo 2018” otorgado por “World Luxury Restaurant Award".








Y no sólo nos encontramos en un gran restaurante, donde principalmente disfrutaremos de los mejores pescados, sino que además podemos visitar una bodega de auténtico lujo, dadas sus innovadoras y atractivas instalaciones. Además de todo ello, la mención al entorno es obligatoria. Desde una cristalera inmensa nos convertimos en protagonistas absolutos de toda la belleza que podemos observar: el caudaloso río Oria a nuestros pies rodeado de unas majestuosas montañas engalanadas con infinidad de viñedos de txakolis. Mi más sincera enhorabuena, por la elección de la ubicación.









Y dado que el día no era de los más agradables, el ofrecimiento de una crema caliente de puerros para ir entonándonos, fue acogido con gran alborozo. Desde luego que son detalles que cuentan y puntúan.











A continuación dos entrantes y un plato principal. El primer entrante un clásico de nuestros mares: begihaundis de Igeldo troceados y rebozados con guacamole y cítricos. En definitiva, unos calamares frescos, cuya delicadeza y sabor eran superiores.












Abandonamos el mar y nos centramos en la tierra, donde otro de los reyes de dicho hábitat nos espera en la mesa:hongos acompañado de huevos de caserío. A destacar, que llevaban el sello personal de la familia Zendoia, al ser elaborados a la brasa, sin bien ello enmascaraba ligeramente su sabor.










Y antes de los postres, la joya de la casa, obviando los pescados: magnífica chuleta guarnecida con una patatas caseras, que previamente habíamos demandado nosotros. Calidad suprema.










Sobre los postres resaltar que todos ellos eran elaborados en casa, si bien uno resultó más suculento que otro. Estamos hablando, en concreto, de una espectacular tarta de queso casera acompañada de su crema inglesa y sirope de fresa, además de un refrescante helado de avellana. De nota.











En cuanto a lo que se refiere al segundo postre, diríamos que no culminó tanto nuestras expectativas. Somos unos acólitos seguidores del soufflé y eso es cierto, que nos hace más críticos cuando degustamos un postre como éste. Se limitó a cumplir el trámite, sin ningún tipo de alarde especial.







Un lugar mágico con el mejor producto elaborado con el mayor de los cariños es todo lo que nos ofrece Bodega Katxiña.


Última visita: 15/11/19

Barrio Ortzaika, 20

20810 Orio (Gipuzkoa)

943 580 166/606 367 693



jueves, 31 de octubre de 2019

Vuelta de un clásico

Hoy regresamos a uno de los restaurantes más queridos de la Bella Easo, que tras treinta y cinco años de una andadura plagada de éxitos, el 30 de mayo de 2012 bajó la persiana, después de que falleciera Tomás Almandoz, el artífice de todo. Se trata, cómo no, del afamado Urepel, que debe su nombre a una pequeña localidad del departamento de Pirineos Atlánticos, en la Aquitania. Y decimos regresamos, porque afortunadamente hace poco más de un año Mª Eugenia Bozal, propietaria también del restaurante La Muralla se decidió a retomar sus riendas.








Su ubicación es perfecta, puesto que se encuentra frente a la desembocadura del río Urumea y del Kursaal, de modo que las vistas son espectaculares, con más notoriedad en el comedor de la parte superior que de la parte inferior. En cuanto a la decoración, continúa manteniendo su estilo clásico y distinguido, que quizás nos traslade a épocas más antiguas, pero manteniendo siempre la máxima de la importancia de la intimidad del comensal, al mantener una distancia entre mesas más que adecuada.











Comenzamos el homenaje gastronómico con una suculenta emulsión de crema de puerros, cuyo sabor era exquisito, pero que llegó excesivamente bajo de temperatura a la mesa, lo cual restó calidad al obsequio de la casa.











Entrando ya en harina, el comienzo fue más que prometedor: huevo trufado en "cocotte". Magia para los sentidos, y sobre todo, en lo que se refiere al visual. El continente, un huevo de cerámica cascado, le otorgaba una calidez y veracidad al plato, ya de por sí maravilloso en cuanto a su contenido. Enhorabuena.










Otro entrante más, y de temporada: hongos salteados acompañados de huevo. Doy fe que los más exigentes admiradores y saboreadores de este manjar llorarían de gozo al degustar lo que se sirvió en la mesa. Además de todo ello, habría que destacar la delicadeza en el corte de las láminas de los hongos. Bravo.










Y para acabar con los entrantes, otra maravilla más de la naturaleza: vieira asada, papada ibérica, yema de espárrago de Navarra y raíz de perejil. Ejemplo de sinfonía armónica de sabores a la cual más de una vez me he referido. En esta oportunidad Mozart y Beethoven fueron compañeros de mesa durante un breve lapso de tiempo.










Vayamos ya con los clásicos platos principales de pescado y carne, pero en este caso, como no podía ser de otra manera, presentaron más de un matiz. Por lo que respecta al pescado, sin duda alguna, les presento a la joya de la jornada: txipirones de anzuelo rellenos en su tinta. Materia prima de primer nivel, con un toque muy especial, gracias a la espuma de arroz.










El apartado carnívoro, asimismo, estuvo a la altura: solomillo de vaca gallega asado con foie fresco a la plancha. Lo anteriormente citado vale también para este caso. Si la materia prima desborda calidad, el plato tiene garantía de éxito plena, como fue el caso.














Y para terminar, un único postre, pero de categoría: torrija caramelizada en sartén con helado de avellana acompañado de una crema de toffee. Loas infinitas al dulce. Propio para el comensal más goloso.









Ya ven, los gastrónomos más exigentes estamos de vuelta, porque ha vuelto un grande. Ahora a disfrutarlo toca.



Última visita: 26/10/19

Paseo de Salamanca, 3

20003 Donostia

943 918 513

jueves, 12 de septiembre de 2019

La esencia de Eneko Atxa

Sí. Hoy visitamos un nuevo espacio gastronómico que recientemente acaba de abrir el maestro Eneko Atxa. Y cómo no podía ser de otra manera, lo ha hecho de la mejor manera posible, pues la prestigiosa Guía Michelín le acaba de otorgar una nueva estrella, que se une a las tres del Azurmendi y una del Eneko Larrabetzu. El lugar del cual estamos hablando es el Eneko Bilbao, cuya ubicación, sin duda, es la más idónea para que todo el joven equipo del que se ha rodeado Eneko pueda dar a conocer toda la magia gastronómica que lleva dentro.






Verdaderamente el equipo es joven, pero con una capacidad infinita. Al mando de los fogones, la mano derecha de Eneko: Iker Barrenetxea (su hermano pequeño como le llama él). En sala, Urko Mugartegi, con una amplísima experiencia en dicha tarea. Julio Barluenga lidera una carta de vinos muy especial, y finalmente, increíble labor la que lleva a cabo Ander Sanz como coctelero y encargado de los cafés. Una vez todo el equipo presentado, ya sólo nos queda elegir entre el menú Bizkaia o el menú Bilbao. En nuestro caso nos decantamos por el primero, el cual era un poco más extenso.








Como mandan los cánones, comencemos nuestro repaso gastronómico con los entrantes. Primero, una apuesta en la que Eneko demuestra lo bien que combina la innovación y vanguardia con la importancia del producto de la tierra: mantequilla de oveja y setas. Finísimo y riquísimo. El único peligro es que abuse de su ingesta, dado que su presencia no nos abandona en todo lo que dura el festín.







Más entrantes: Kaipiritxa. Un trampantojo del que ya gozábamos en el restaurante Azurmendi. Se trata de un bombón de lo más fresco que realmente es una caipirinha de txakoli, cuya novedad se encuentra en la presentación: ¡Ahora es un fruto de un bonsai!













Sigamos. El tercer entrante también fue un trampantojo: naranja y foie. En este caso el engaño se produce con el gajo de la naranja, donde se esconde un delicadísimo foie con naranja ¿La versión de pato a la naranja de Eneko Atxa?











Y para finalizar con los entrantes, uno más clásico: brioche de setas. Bajó ligeramente el listón anterior, quizás motivado porque el nivel de sorpresa alcanzado rebasó nuestra imaginación culinaria.














Momento de detallar los platos principales. Tartar vegetal, caviar de aceite y emulsión de hierbas y flores. En una palabra: delicioso. Los sabores de cocinas de varias nacionalidades en la mesa: Perú, Japón... Una auténtica fiesta.






Más. Ostra a la brasa, cenizas de aceituna y aire de mantequilla tostada. Es cierto, que este producto y dicha manera de elaboración ha alcanzado las últimas fechas un auge notable, pero en Eneko Bilbao el ahumado final es algo diferente y especial.









Sin abandonar el diseño y la magia de colores, llegamos al plato de la yema de huevo de caserío sobre estofado de trigo y jugo de vegetales asados al carbón. Un plato que no suele faltar jamás en la carta de Eneko y en el cual da muestras de su preocupación por la materia prima local. Bravo. Por cierto, rompan el huevo antes de empezar a saborear el plato.








¿Y qué les parece una de ravioli de rabo de vaca, caldo de legumbres y bombones Idiazabal? Ya ven, Eneko transforma un plato de pasta en algo sublime, y todo ello sin recurrir a productos rocambolescos. Pero cuando hay arte...









A continuación uno de los platos que no me cabe la menor duda va a perdurar en la carta y va a dar muchísimo que hablar: bogavante al sarmiento, su jugo y buñuelo de interiores. Es un nivel más en el capítulo gastronómico hacia la exquisitez y la perfección. Lo del buñuelo es para manual de grandes chefs.








Y para acabar, un poco de carne: solomillo a la brasa, gnocchis de Idiazabal y pesto de albahaca. Como pueden comprobar, Eneko es un enamorado del queso de su tierra y lo ofrece en diversidad de platos ¡¡Y bien que lo hace!! Pero no sólo es queso; la carne está en su punto perfecto y el pesto de albahaca es una joya para todos y cada uno de los sentidos.








No se preocupen si son muy golosos, puesto que los postres no bajaron la media, en absoluto. Primero, un postre tradicional local, pero con el guiño de Eneko presente: intxaur-saltsa helada, avellanas y chocolate caliente. Básicamente es una natilla a base de leche, nueces, azúcar y canela, pero a ojos de Eneko todo cambia. Ya lo verán. Se trata de bisutería suprema gastronómica.








Y el segundo postre, un clásico de nuestras cocinas y de Eneko: torrija a la brasa y helado de leche de caserío. Sensacional. Tanto la textura de la torrija como el propio. Tan es así, que merecen un testimonio gráfico por separado.



Por si no nos habíamos saciado, cortesía de la casa nos ofrecen unos goxuak (dulces) que se escondían de forma divertida entre granos de café. Teníamos para "morirnos" de dulce: trufa fría con nueces de colores, macarrones de limón, una especie de granos de café de chocolate y gominolas de fruta. Dulces a más no pedir.










Eneko Bilbao es un lugar para seguir disfrutando de la marca Eneko. Disfrútenla.




Última visita: 26/07/19

Palacio Euskalduna.
Abandoibarra etorbidea, 4.
5ª planta
48011 Bilbao (Bizkaia


94 655 88 99

jueves, 5 de septiembre de 2019

Un lugar en el interior, cuyo origen es la costa

Pues sí, así es. El asador que visitamos hoy se ubica en la bella ciudad de Vitoria, pero la denominación que le dieron al local los responsables de todo, José Manuel Uranga y Ana Carrera, ya nos adelantaba su origen y sus raíces: asador Orio. En dicha pequeña villa marinera ambos aprendieron la magia del manejo de la parrilla en uno de los asadores más sublimes en dicha materia, que no es otro que el asador Xixario.






Esta herencia la han llevado con un gran éxito a una ciudad como Vitoria, donde desde luego también se saben aprender los mejores pescados y las mejores carnes a la parrilla. Y allí, en un lugar estratégico de la ciudad, a cinco minutos del centro andando en el parque del Prado, con unas vistas inmejorables, podemos degustar la mejor materia prima en un espacio modesto, pero realmente acogedor.







El inicio fue a base de dos entrantes. Por un lado, una exquisita menestra natural. A destacar que todos los productos eran de primerísima calidad y algo que parece baladí, pero no lo es en absoluto; el jamón que acompañaba a las verduras era de nota. 








El segundo entrante fue una ventresca de bonito. Un plato completísimo, ya que además del atún, una cebolla sabrosísima, pimiento verde, pimiento rojo y alegría conformaban el plato. En la línea con el anterior entrante. Muy bien.








Los platos principales también rayaron a buena altura. Como no podía ser de otra manera, y sin dudarlo, nos decantamos por degustar un besugo a la parrilla. Nos trasladó a los mares más cercanos, con lo que su propósito se cumplió con creces.







Y hubo más pescado, dado que estábamos ávidos de saborear ese majestuoso producto: merluza de ración con cebolla pochada y patatas panaderas. Quizás en su debe hay que señalar que a la merluza le faltaba un poco más de tiempo en su elaboración. Lástima.















Por último, el momento de la carne. Chuletillas de cordero con patatas fritas caseras y pimientos rojos asados. Otro detalle de los que aparenta nimio, pero no lo es: patatas caseras, algo que, lamentablemente, cuesta más encontrar. Y la pieza igualmente de calidad. Bravo.















Los postres también fueron variados y de calidad. A falta de uno, tres. Primero, sorbete de limón al cava para digerir los suculentos manjares ingeridos. Nada que objetar. Refrescante y digestivo.



















Más. Cuajada casera. Se trata de un postre tradicional, de toda la vida, que no puede faltar en ninguna carta de este tipo de asador que se precie, y menos aún si el dulce que se ofrece es notable, como fue el caso.











Por último, una de mis debilidades: panchineta. Por si alguno lo desconoce, se trata de un pastel, el cual se prepara con un hojaldre y se rellena con crema hecha de huevo, harina y azúcar. Después se mete todo en el horno espolvoreado con almendra y se saborea caliente. Además, se le puede añadir chocolate caliente, como fue el caso. Me gustó.





Ya ven, si no pueden visitar la costa para saborear un buen pescado, hay un lugar que les está esperando: asador Orio.


Última visita: 18/07/19

Felicia Olabe Kalea, 3
01007 Vitoria-Gasteiz, Araba


945 14 83 00