lunes, 18 de noviembre de 2024

El rey de la verdura

Hoy visitamos un lugar que nos va a sorprender a todos, puesto que son los reyes de la verdura, y han conseguido que quien no disfrute con las verduras, sienta un placer infinito durante el lapso de tiempo que dura la magia gastronómica. Estamos hablando del restaurante Treintaitrés ubicado en Tudela en la provincia de Navarra. Los artífices de este auténtico milagro son Ricardo Gil y María Pilar Vicente, matrimonio, siendo ya la tercera generación que regentan el local, puesto que la abuela del primero ya cocinaba en 1952 en la cantina de la estación de Gallur.





Debe destacarse también la ubicación del lugar, hallándose en pleno centro de Tudela y a menos de cinco minutos andando desde la vibrante Plaza de los Fueros. Asimismo, el local está liderado por un majestuoso árbol, como no podía ser de otra forma, dado el papel preponderante que toma la vegetación en su filosofía. Asimismo, la considerable distancia entre las distintas mesas, al igual que los colores claros, permiten al usuario alcanzar un sosiego de límites insospechados.









Lógicamente, no existió discusión alguna a la hora de decidir que la mejor opción a escoger era el menú degustación de verduras, sin el menor género de dudas. Comenzamos con un salmorejo hecho con tomate de Tudela, gelée de tomate y boquerón marinado en casa. Auténtica delicia visual y un gelée inolvidable. Bravo.









Continuemos. Más entrantes y de calidad, donde siempre la verdura es la patrona. Duquesa de patata a la importancia en salsa verde con borrajas y quinoa. Ahí queda eso. Sin duda alguna, resultó el plato más sorprendente de la velada y el que hoy por hoy se podría considerar el plato fetiche del Treintaitrés. Magnífico. 












Sigamos deleitándonos: estofado en pimientos y salsa de colágenos de carne, yema de huevo, mahonesa de jamón y crujiente. Todo un espectáculo y una auténtica loa a la verdura. Irrepetible.









Si creemos que el plato que degustamos después no iba a superar al anterior, nos equivocamos de pleno. Todo fue in crescendo: pisto, longaniza de Graus con salsa de trufa y suflé de garbanzos. Ya ven, con unos ingredientes nada fuera de lo corriente, tales como longaniza, garbanzos... se puede obtener un plato de muchísimos quilates. Mi más sincera enhorabuena.












Y qué les puedo decir del plato que nos acompaña a continuación. Que además de ser una de mis debilidades gastronómicas, estaba elaborado con tal mimo, que el resultado fue de matrícula de honor. Crema de hongos y foie fresco con alcachofas fritas. Ahí es nada.









Y un plato que jamás podría faltar en la cocina tudelana, como son las pochas de Tudela, pero si supieran cuál era su acompañamiento, no tardarían en caerse de bruces: marchando una de kokotxas de bacalao al pil-pil y chipirón marisquero. Conjunción de sabores llevado a la máxima expresión. Insuperable.










Para acabar el festín, un postre no tan compuesto a base de verduras. En alguna vianda tenía que estar la excepción, y en caso de ser así, qué mejor que el postre: torrija de vainilla bourbon con helado de nata doble y coulis de fresa. Buen epílogo gastronómico.









¿Alguien desea degustar la mejor verdura de temporada? Si es así, no tiene más que acercarse al restaurante Treintaitrés, y allí saciará sus deseos sobradamente.





Última visita: 06/09/24


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Capuchinos 7, 
31500Tudela (Navarra)

948 82 76 06

martes, 29 de octubre de 2024

Y también en el centro de Bilbao triunfa la merluza

Pues sí, queridos lectores, como bien nos anticipa la entradilla, en esta ocasión visitamos un viejo conocido de todos, el restaurante Cubita, pero esta vez en pleno centro de la honorable villa de Bilbao. Lo bueno debe perdurar y afortunadamente es el caso. El Cubita ha mantenido intacta la calidad, desde hace más de medio siglo, tras consolidarse en el molino de Aixerrota, convirtiéndose en uno de los máximos referentes de la cocina vizcaína ¡¡Quién no ha degustado su ultra famosa media ración de chipirón en su tinta con media de merluza rebozada!! Auténtico placer y jolgorio.




Y qué decir del equipo. Espectacular. Ya tenemos tercera generación (Borja Ramos) que junto a su madre-toda una veterana en estas lides- (Susana Martínez), lideran realmente un proyecto ambicioso y de augurios muy prometedores. Por último, no debemos olvidarnos de la decoración e instalaciones. Un lujo para la vista. Primero la inmensa cristalera llama al transeúnte a que no cavile y entre en el lugar, y una vez dentro, todo es maravilloso: ladrillo caravista, inmensos espejos, los techos, la luminosidad... No nos queda más que agradecer a la consultoría de diseño bilbaína Verno por este trabajo sin parangón. Enhorabuena.










Pasemos ya a lo que nos compete y es más sabroso aún, si cabe. Cubita exige mar, como sus orígenes bien lo atestiguan, de modo que el pescado fue el rey de la jornada. Como entrantes, primero unas exquisitas y fresquísimas anchoas rebozadas. Magnífico.











Como segundo entrante, un gran acompañante: almejas de cuchillo a la sartén. Manjar de los manjares. Se percibe con nitidez que ya son décadas elaborando este tipo de productos. Si a ello le añadimos la calidad del producto, no hay más que hablar, señores. Sobran las palabras.









No abandonamos el mundo marino, pero ahora llegan como actores principales a la mesa la reina de dichos mares, que no es otra que la merluza, la cual será la protagonista hasta los postres. En sus dos variedades que mejor domina Cubita. Media ración de lomos de merluza y media de kokotxas en salsa verde. Arte en el plato. Gracias.









Y para llegar al éxtasis y apogeo, era obvio y no podía faltar el plato que ha sido, es y será su buque insignia: media ración de chipirón en su tinta con media de merluza rebozada. Si uno desea sentir una tranquilidad, paz y armonía gastronómica, sólo será capaz de alcanzarla, una vez haya saboreado este manjar. Dicho queda.
















Asimismo, los dulces fueron de nota. Para empezar, un más que dulce milhojas con helado de vainilla. Hojaldre, crema y nata, de nota. Nada que objetar.













Y para terminar, lo que para un servidor es el postre que no tiene rival, siempre que se elabore con un nivel de calidad riguroso y mínimamente exigible, como fue el caso: coulant de chocolate acompañado de helado de vainilla. Cumplió sobradamente las expectativas, y eso que mi grado de exigencia con dicho dulce no es en absoluto baladí.







Y todo acaba como empezó. Si desean saborear una excelente fusión entre la merluza y el chipirón, hay un lugar muy muy especial, y ese es... Cubita.





Última visita: 29/08/24


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Colón de Larreátegui K., 37, Abando 

48009 Bilbo, Bizkaia

944 392 600


lunes, 7 de octubre de 2024

Más de 100 años sorprendiendo

Tras el periplo vacacional, vuelta a la rutina, pero de la que nos entusiasma, la gastronómica. Hoy visitamos una joya y que es historia viviente de nuestra gastronomía: Fagollaga. En concreto, son 117 años los que lleva este precioso caserío ofreciendo suculentos manjares, estando en la actualidad al mando de todo ello el gran Ixak Salaberria. Por cierto, su ubicación, desde luego que es perfecta, en plena naturaleza. Remontamos el cauce del Urumea desde Hernani dirección Goizueta, y nos topamos en la orilla del río con el majestuoso caserío levantado junto a una antigua ferrería de 1793.



Tenemos que continuar hablando un poco más del pasado, puesto que hay mucho que contar, y bueno. Fagollaga fue en sus inicios una escuela. Allá por los comienzos del siglo XX, la tatarabuela de Ixak Salaberria, Joaquina Zabaleta, comenzó a guisar a los oriundos del barrio de Ereñozu de la villa guipuzcoana y a todos los viajantes que llegaban de la vecina Navarra. Luego pasó a ser sidrería y fueron su madre María Luisa Bengoetxea y sus tías, María Ángeles Huici y María Jesús Bengoetxea, las que tras aprender de la amona Josepa Azpeitia, tomaron el testigo. Y finalmente, el gran Ixak. Ahí es nada. Por todo ello, mi más sincero respeto y mis felicitaciones.






Como no podía ser de otra manera, nosotros optamos por el menú degustación. tantos años de buen hacer gastronómico exigen una mayor predisposición al deleite por parte del exigente comensal. El inicio a base de unos pequeños aperitivos. Primero, bombón de bacalao con emulsión de tomate y orégano. Reconocer que un servidor no es precisamente un gran seguidor del bacalao, y en esta ocasión me sorprendió más que sobradamente. La manteca de cacao que recubre al bacalao es puro arte, amén del logro de emulsión en boca.





Sigamos con los aperitivos. Como segundo entrante, una apetecible crema de verdura de temporada, para eliminar todos los excesos estivales. Ixak no sólo se dedica a innovar, si no que trata de sacar el máximo de provecho de los productos que en cada momento le otorga la tierra. Fiel testimonio de todo ello es dicha crema. Enhorabuena.






Llegamos ya a todos los platos principales. Para comenzar uno de sus platos fetiches: ajoblanco con salmón ahumado y uvas asadas. Verdaderamente refrescante. Pan, almendras molidas, ajo, agua, aceite de oliva, sal y a veces vinagre, acompañado de una uvas. Magia para el gusto y para la vista.








Más. Plato de estación veraniega por excelencia: pochas estivales con langostinos asados ¡¡Qué bien han maridado siempre las alubias y el marisco!! Y en esta ocasión tampoco fue una excepción. Mar y tierra se dan la mano y nosotros tan felices como perdices (el aire también tenía derecho a participar de este homenaje, ¿no?)











No desfallecemos. Ahora huevo termal, bacalao y tomate especiado. Que siga la fiesta. Poco que añadir a este tesoro gastronómico. Es una de mis debilidades, y cuando se elabora con gusto y tiento, como es el caso, mejor todavía.











Et pour finir... carrilleras estofadas con su jugo y maíz frito. Manjar de los manjares. Carne que nada más proceder a masticarla, se deshacía cual pieza más delicada y frágil. Maravillas entre las maravillas. Bravo.








En cuanto a los postres, en la misma sintonía. Excepcionales. A destacar además de su suntuosidad, el facilitar que mejorara la digestión. Por un lado, bizcocho de limón, queso y granizado de mojito. Maridaje inigualable.











Asimismo, el otro postre resultó igual de refrescante: helado de cacahuete con sus migas. Ixak demostró que en el apartado de la repostería pocos alcanzan su nivel. Enhorabuena.














Finalmente, cuando llegó el momento de los cafés, haciendo gala de su gentileza, atención y amabilidad, se nos obsequió con unos pequeños dulces más que apropiados. Gracias.











Última visita: 13/08/24


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Ereñozu Auzoa, Nº 68
20120 Gipuzkoa

943 55 00 31

jueves, 1 de agosto de 2024

La mejor gamba del mundo

Un día más en Palamós para continuar degustando la rica y variada gastronomía mediterránea. Hoy visitamos La Salinera, restaurante ubicado en un lugar realmente privilegiado. En pleno centro del puerto de Palamós ahí precisamente encontramos esta joya gastronómica. Además de lugar privilegiado, emblemático al mismo tiempo, dado que antiguamente fue una antigua fábrica de salazón de pescado. Y como el pasado no se debe olvidar, las paredes son todavía las construcciones que configuraban la fábrica.





Una vez en el interior, también sorprenden gratamente los techos abovedados de la sala. Si uno lo desea, puede acceder a una terraza climatizada, aunque un servidor no la recomienda, debido a su bullicio. Su cocina se basa principalmente en pescados y mariscos originarios de la Costa Brava, disponiendo de viveros, lo que asegura aún más, si cabe, la oferta, sin olvidar por supuesto, supuesto, sus espectaculares paellas. Y todo ello bien comandado y dirigido por el buen trabajo de Josep Alsina en los fogones, y de Montse Riera en el trabajo de sala.






Para ir abriendo boca, un refrescante y sabrosísimo tartar de aguacate y salmón. Si existe un matrimonio perfecto en la gastronomía sólido e indisoluble, son sin duda estos dos ingredientes. Sin estridencias y sin florituras, su simple combinación consiguen que el plato quede redondo, nunca mejor dicho.






El siguiente entrante era de obligada ingesta: gamba mediana D.O. Palamós a la plancha. Algo tan sencillo, pero al mismo tiempo complicado, puesto que esta gamba sólo existe en Palamós, lo que limita muy mucho el poder degustarlas. Por un lado, triste, debido a la dificultar de volver a saborear dicho manjar, y por otro, enormemente feliz por poder vivir y compartir con vosotros este éxtasis gastronómico. Felicidad inmensa.







Y como plato estrella, la tan esperada paella. En concreto, arroz seco de pescado y marisco. El sabor y la calidad del arroz, insuperables. Todo ello bien acompañado con un marisco exquisito, (materia prima y buen hacer les sobra). En definitiva, un arroz que se alza en el medallero de esta disciplina. Gracias por tanto arte.






Para terminar, postres caseros y refrescantes. Primero, un sorbete de mandarina, que al saborearlo uno cerraba los ojos y sentía que una mandarina a una temperatura heladora, sin necesidad de pelarla, se deslizaba entre sus labios. Bravo.








Y como segundo postre, casero también, requesón con nueces y miel. Dulces digestivos ambos dos, con el fin de que los granos de arroz tomaran las posiciones idóneas, para atravesar el largo camino digestivo. Misión cumplida.





Queridos lectores, todo se resume en muy pocas palabras: la mejor gamba. La Salinera.


Última visita: 25/07/24


Web del restaurante (no disponible)
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41°50'43.3"N 3°07'43.8"E
Av. Onze de Setembre, 17230 Palamós, Girona

972 31 64 74

miércoles, 31 de julio de 2024

Un hotel donde la gastronomía sí que funciona

En el día de hoy nuestra aversión al riesgo se encuentra bajo mínimos, por lo que nos disponemos a afrontar la durísima aventura de disfrutar de la gastronomía en un hotel. Ya saben mis historias de hoteles y restaurantes... Pues hoy va a cambiar un poco la cosa. Matices muy positivos. Visitamos en el bellísimo pueblo de Palamós, provincia de Girona, el más que coqueto Hotel Marina. A destacar su materia prima, homenajeando en todo momento al abundante y exquisito producto catalán.




El lugar es precioso. Desde luego, que la reciente reforma ha merecido realmente la pena. Ambos comedores y la terraza exterior presentan una arquitectura amigable y atractiva. Juegan con unos tonos verdes y blancos, donde las mesas, quizás, no estén excesivamente separadas, pero en su descargo se debe decir que los asientos-butacas tienen un tamaño superior, lo que en cierta medida limita la separación. Asimismo, la bodega a la vista es un privilegio para los ojos.







El festín gastronómico fue a base de un entrante y dos platos principales. Como entrante, carpaccio de gambas con aguacate, olivada, huevas de pescado y aceite de oliva virgen. Auténtica pleitesía al producto de la zona. Como todos sabemos, la gamba aquí es la reina, bien escoltada por las aceitunas y el aceite catalán. Bravo.











Los platos principales fueron marinos, acordes con el nombre del local. Lugar de mar exige que no falte pescado. Primero, dorada al horno con sus patatas panaderas. Al igual que las gambas, otro sanctórum de la cocina catalana. Bien asada con su sal gorda, para obtener un verdadero manjar. 















Lamentablemente, no sucedió lo mismo con el otro pescado: rape al horno con salsa de tomate y patatas. Digo salsa de tomate, porque era su ingrediente principal, enmascarando y ocultando el sabor del verdadero protagonista del plato. Experimentos extraños con condimentos que no están a la altura de una materia prima de calidad, no es de recibo.













Sin embargo, el postre compensó con creces el pequeño incidente gastronómico anteriormente mencionado. Dama blanca: helado de vainilla, nata montada, almendra tostada y chocolate fundido. Podría catalogarse como una de las copas de la casa antiguas, pero con aire fresco y moderno. Muy bien.











El interior enamora y la gastronomía muestra carácter. Eso es Hotel Marina.




Última visita: 25/07/24


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Av. Onze de setembre, 48
Palamós, Girona. Costa Brava

972 313 784

martes, 30 de julio de 2024

Excelencia gastronómica en una masía

Siempre es un placer saborear de buena gastronomía en una acogedora masía. Quién lo iba a decir en el siglo XI y XII cuando estas construcciones rurales de Cataluña eran toda una realidad, que con el paso del tiempo se iban a convertir en lujosos hoteles o, como es el caso que nos ocupa, en un excelente restaurante: Els Tinars. Su ubicación se encuentra en plena autovía, pero la salida a una vía de servicio nos facilita su localización. En concreto, está en Llagostera, en el kilómetro 7,2 de la Carretera de Sant Feliu. Si este tipo de edificios han tenido siempre un fin familiar, la esencia gastronómica también ha mantenido dicho espíritu familiar.





Y tan familiar, dado que su origen se remonta a 1918 cuando los abuelos de quienes regentan el local actualmente, que no son otros que Carles Gascons como chef y su hermana Elena como jefa de sala, apostaron por abrir una panadería, y luego ya fue todo rodado. Tanto es así que ya son poseedores de una estrella Michelín y dos Soles Repsol. Ahí es nada. En lo que se refiere al interior, el salón comedor de la masía es muy grande, separado por algunos muros porticados y tiene varias terrazas exteriores preciosas. La decoración es muy elegante y moderna, predominando el color blanco y muchas librerías, destacando que cada mesa con sus asientos tiene su personalidad propia.








Tras estas divagaciones, inicio del gozo. Optamos, como mandan los cánones por un menú degustación, si bien hay que señalar que el menú exige ser reservado con antelación, con el trastorno que puede suponer todo ello. Primero, cortesía de la casa: rodajas de un excelente fuet, pan tumaca (el mejor tomate que he tenido el placer de degustar), un buen aceite de oliva de la región, unas olivas sabrosísimas y un salmorejo realmente refrescante. Bravo.







Ahora sí, menú en marcha. Para comenzar platillos de productos de temporada: ajo blanco, tomate confitado y granizado de tomate; mejillones con escabeche picante; atún rojo, jugo de aceite, aceitunas gordal y anchoa; tostadita de tartar de filete de ternera, anguila y tuétano; una mini patata Tinars rellena de butifarra. Todo espectacular, exigiendo además un meticuloso orden de ingesta, con el fin de que la sinfonía de sabores fuera la idónea. 








El segundo plato fue 100% a base del producto estrella de la región: la gamba de Palamós. Primero, gamba salteada con quinoa crujiente, a continuación, sopita de cabezas de gamba al Jerez, y por último, gamba escaldada en agua de mar. Sólo la gamba con su sabor era un privilegio infinito. Esa gamba entre cruda y cocinada, es inigualable. No se molesten en buscar, porque como la gamba de Palamós no hay ninguna. Y el caldo donde se había cocido la gamba, otro manjar de dioses. 









Continuemos. Oportunidad de degustar el mar y montaña en un único plato. Para empezar los pequeños canelones de pollo de payés con cigalas y rebozuelos. Combinación perfecta de productos de la tierra y del mar. El pollo y las cigalas son amantes prefectos. Bravo.










Y para terminar con ese capítulo, ñoquis melosos de patata, salsa de mantequilla y caviar imperial. Ya ven, el plato anterior y este que nos ocupa saben dignificar a la pasta como bien se merece. Grandes productos, que en esta ocasión no participan como actores principales, como es costumbre.











Llega el turno del pescado de lonja. Filosofía de Els Tinars: pescado del día según mercado. En esta ocasión una suave y delicada lubina acompañada de puerros y espárragos trigueros y todo ello regado con una especie de salsa de purrusalda. Muy bien.











En lo que se refiere a la carne, gozó de dos partes diferenciadas. Primeramente, tiempo para el cordero lechal. Carré de cordero a la brasa con aligot de patata y queso, romesco de hierbas y escalivada.  Pieza exquisita, puesto que el costillar, sin duda alguna, es una de las partes más jugosas.









Y en segundo lugar, pichón de Bresse asado, la pechuga a la brasa, los muslos glaseados y su paté. Evidentemente, Bresse es el lugar donde se crían todo tipo de aves de caza. En definitiva, este plato es ley. Pichones, palomas se crían en la multitud de granjas que existen por la zona.









En el capítulo de postres, empezamos con una fruta fresca de temporada, donde el higo es la auténtica estrella. Higos, helado de higos, aceite de higuera y ensalada de hierbas frescas. Para los amantes de este producto una auténtica bacanal. Lamentablemente, no es mi caso.









Y terminamos con una fruta de hueso confitada. Ya ven, todo a base de fruta. Sorbete de albaricoque confitado, "menjar blanc" de pistacho y galleta desmenuzada. Si el sorbete estaba espectacular, el menjar no le iba a la zaga. Por cierto, desconocía que se trataba de una crema dulce, a base de leche, y almidón aromatizado con canela y piel de limón.











Para terminar, y acompañar bien a los cafés, los siempre eficaces petit fours. En esta ocasión, tres variedades: un dulce de pera y manzana, una especie de magdalena y un sabrosísimo y espeso chocolate con galleta. Buen broche.














¿Quiere gozar de la mejor gastronomía en el encanto de una masía? Hay un lugar muy especial y ese es Els Tinars.





Última visita: 26/07/24


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Ctra. de St. Feliu a Girona,
km 7,2 - 17240 Llagostera GIRONA



972 830 626