martes, 16 de abril de 2019

En medio de los prados verdes de Cantabria

Tras visitar el Santuario de la Bien Aparecida, patrona de Cantabria, en Ampuero (Cantabria) tuvimos el placer de nada más cruzar la carretera conocer el restaurante Solana, donde Nacho Solana comanda esta maravilla de la gastronomía, la cual ha vivido muchísimas transformaciones, siendo esta ya con Nacho la cuarta generación que continúa dedicándose al noble oficio de la hostelería. Ha sabido combinar los guisos tradicionales que le enseñó cariñosamente su madre Begoña, con platos realmente vanguardistas, lo que le ha supuesto una estrella Michelín y dos soles Repsol en su haber. Enhorabuena.






El comedor también ha ido modernizándose, si bien aún le quedan aspectos por mejorar. Lo que sí que realmente merece la pena es poder escoger alguna de las mesas que se encuentran junto a los enormes ventanales del local, desde donde podemos observar a las simpáticas vacas tudancas, raza autóctona de la zona occidental de Cantabria. Las mesas y las sillas sí que fueron de nuestro agrado. Mesas amplias, bien vestidas con mantelería clara y sillas mullidas y muy cómodas. Vajilla espectacular y muy variada, y cubertería y copas muy adecuadas, igualmente, por lo que muy buena nota en lo que se refiere a dicho apartado.







En cuanto a lo propiamente gastronómico hablando, comencemos con los innumerables aperitivos. Lingote de foie y chocolate blanco "caviar" Pedro Ximénez. Trampantojo de los de órdago. A simple vista parecía un "filipino" de chocolate blanco, pero si se cerraban los ojos uno tenía la sensación de saborear foie de los que se ofrecen en los lugares expertos en la materia.





Continuemos. La croqueta campeona del mundo 2017. Todo dicho, ¿verdad? No seamos tan austeros en materia lingüística y contemos algo más. Las croquetas eran realmente cremosas y líquidas, con un rebozado al estilo panko japonés. Y si bien es cierto, que el título es efímero y simbólico, ahí queda eso.





A continuación, dos en uno: buñuelo de compango y bocadillo de anchoa y tomate. Ejemplo claro de cómo Nacho sabe hacer uso óptimo de los productos del entorno. Tierra y mar, en este caso. En lo que respecta al primero, una mini degustación de lo que sería el acompañamiento de las alubias y después una anchoa ¿de Santoña? para tener el kit completo.





El siguiente aperitivo nada que ver con el inicial en cuanto a la ejecución. Solidez, transparencia y naturalidad, sin secretismos y sorpresas. El producto mostrando todas sus vergüenzas a calzón quitado: la alcachofa natural. Alcachofa a la que le acompañaba un aceite natural de primera, para demostrar lo cautivadora que puede resultar a ser la sencillez.






Otro elemento que últimamente no falta en los restaurantes de relumbrón, pero siempre con el toque personal de Nacho: ostra Guillardeau con gazpachuelo cántabro. Maridaje perfecto, indisoluble diríamos. El sabor del mar que proporciona la ostra, se ve dulcemente atenuado con esta versión del gazpacho. Bravo.







Último aperitivo: prisma de bogavante. Son de los platos que enamoran al sentido de la vista y además posee otra cualidad, en un sólo bocado se tiene la posibilidad de paladear multitud de sabores. Gastronomía con muchas virtudes.








Ya entre los platos, empezamos con un clásico, pero con matices, puesto que Nacho siempre quiere ofrecer algo más. En realidad, se trataba de un cocido muy sui generis, dado que los elementos tales como chorizo, morcilla, alubia y berza se hallaban escondidos, pero se identificaban perfectamente, bien liderados por el hilo conductor, que no era otro que el jugo que se vertía.





Y para que vean como Nacho en muchos casos se encuentra reñido con lo clásico se nos presentó una fuente con rejilla de la que salía humo frío, la gasificación del nitrógeno líquido, para acompañar a un delicioso tartar de salmón rojo de Alaska con aguacate y helados de pepino e hinojo. Espectacular, tanto el sentirnos en Alaska, como toda la composición del plato.






A continuación, lo que para los allá sitos en la mesa consideramos lo más suculento de la jornada: ravioli de boniato, setas, foie y sopa de rabo de toro. La delicadeza y finura de la pasta es de ensueño y muy bien acompañada por una sopa de rabo sabrosa y ligera.




Más. Pieza de ternera a la pimienta verde y clorofila. ¿Otro trampantojo? En nuestro caso, porque en ningún momento sospechamos que la pieza que saboreamos era lengua. Y la escolta gastronómica de matrícula de honor: salsa bearnesa con un licuado de lechuga y acelga y unos tirabeques crujientes.









Otra sorpresa: callos de bacalao estofados con carabinero y crujiente de la piel del bacalao. Eran tan distintos los sabores, pero al mismo tiempo combinaban tan perfectamente, con lo que nuestra percepción nos invitaba a pensar que nos hallábamos ante una cata de platos.









Sin abandonar el pescado, nos dimos un auténtico festín con el denominado rape negro, curry rojo, moluscos y "aire" de agua de mar. Sabroso, muy bien presentado y óptimamente desespinado. Aplausos.











Y para terminar nuestro homenaje, el crujiente de chón, su jugo, frutas y hortalizas. cochinillo tiernísimo, al cual la presencia de la manzana y del apio le dan un sutil sabor dulce y ácido al mismo tiempo.









Momento de los postres. Si hablábamos de colorido, en este apartado sí que Nacho ha desplegado su amplio repertorio. Primero, cromatismo rojo de fresas. Consistía en unas fresas maceradas en vinagre de fresa con sorbete de tomate y coronado con un crujiente de frutos rojos. Muy refrescante.









Y si refrescante resultó el anterior postre, más aún el siguiente. Esta vez en tonos amarillos, en lugar de tonos rojos: viaje a Tailandia. Crema de especias thai en la base, formado entre otras especies por cúrcuma, galanga, curry, jengibre, y sobre ella trozos de mango natural con sorbete de yogurt, crujiente de merengue, ralladura de lima y terminado con una crema fría de mango, papaya, fruta de la pasión, y cítricos. Por cierto, su origen proviene del restaurante Paste en Bangkok.





Finalmente, para hacer digna compañía a nuestros respectivos cafés: selección de golmajería "Petit-Fours". Gominola de fruta de la pasión; Roca de dulce de leche y Coquito. Buen fin de fiesta, sin duda.




Sus mayores trucos de magia gastronómica les esperan en Solana. A disfrutar.



Última visita: 05/04/19

La Bien Aparecida Nº11
C.P.39849 Ampuero (Cantabria)



942 67 67 18

martes, 9 de abril de 2019

El hechizo del Valle Salado

Hoy maravillas de la naturaleza. Ya sólo por el entorno en el que nos encontramos la visita al restaurante de hoy está más que justificada: Palacio de Añana, ubicado en la increíble localidad alavesa de Salinas de Añana, a tan sólo 20 minutos de Vitoria-Gasteiz. Desde su interior tenemos el privilegio de poder observar todo el "Valle Salado de Añana", declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, y el cual nos sugiere el traslado a otras culturas lejanas.







Esta belleza también se traslada al interior, en consonancia con el encanto del exterior, dado que el edificio en el que disfrutamos de los distintos manjares es una auténtica obra de arte para todos y cada uno de los sentidos. En concreto, se trata de una casa Palaciega de carácter medieval del siglo XVII también llamada Palacio de los Ozpinas, de la cual se ha conservado su estructura original barroca, fusionándose con diseños modernos en el interior.










En cuanto a la comida fue ligera, pero de calidad. Un entrante y un plato principal. Revuelto de “Boletus Edulis” con cebolla caramelizada para empezar. Setas recogidas de las amplias montañas alavesas no podían fallar, ¿verdad? Y por suerte, así fue. Buena materia prima, buen manjar. Así de sencillo. 









Y a continuación, la mencionada carne. Solomillo de vaca a la brasa, que nos figuramos sería una pieza que debería provenir de las famosas vacas del valle del Esla, lo que ya es una auténtica garantía de sabor con mayúsculas. Y como no podía ser de otra manera, el acompañamiento salino reinaba la mesa. Excelente.








Para terminar, un postrecito. Flan de queso casero. En cuanto a la textura, nada que objetar, pero se echó de menos el sabor a queso. Uno no sabía si realmente estaba degustando un flan de huevo o un flan de queso. Quizás, pecaron de suavizar el sabor del queso, para contentar a los comensales más retraídos con esta exquisitez.








Una razón de peso tan salerosa como las interminables salinas les empujará a visitar el lugar. Doy fe.



Última visita: 30/03/19


Plaza de los Ozpinas 8, 
01426 Salinas de Añana, Álava



945 10 80 85 / 662 19 85 07

lunes, 1 de abril de 2019

Canarias también sabe cocinar

Como la semana pasada continuamos sin movernos de las Islas Afortunadas, y manteniendo el binomio hotel-restaurante, que como comprobarán a continuación volvió a dejarnos encantados. En esta ocasión, sin alejarnos mucho, visitamos el restaurante La Tosca, ubicado en el hotel H10 Costa Adeje Palace en Tenerife, a escasos metros de la playa de arena y piedra de Enramada. Mejor ubicación imposible, desde luego.






El mar muy próximo para disfrutar de la mejor gastronomía en dos espacios diferenciados, bien una terraza, donde quizás las mesas no presenten una separación adecuada, o bien el comedor principal, el cual, todo sea dicho, presenta un diseño y decoración ligeramente trasnochada. Ahora bien, el ambiente es tranquilo y relajado, y lo más importante, la gastronomía que se ofrece una gastronomía excelente y de autor, gracias a las impecablemente seleccionadas materias primas.








Para empezar, un pequeño detalle, al que obviamente no vamos a negarnos. Este, en concreto, consistía en un mousse de foie sobre un panecillo, que se dejaba comer. Bien.










Vayamos con los entrantes. Primero, un espectacular salmorejo de mango, perla de salmón y balsámico. A destacar el increíble toque del mango; si ya de por sí el salmorejo es refrescante, dicho ingrediente reforzaba más esta condición, si cabe. Bravo.






Segundo entrante: tartar de aguacate, langostinos y vinagreta de higos. No existe en la gastronomía un matrimonio tan perfecto como el langostino y el aguacate. Bien aprovechado. Todo ello condimentando con una vinagreta de higos, completando un plato de matrícula.







A continuación un poco de pescadito, algo que, evidentemente, no puede ni debe faltar, dada la ubicación geográfica en la que nos encontrábamos. Rodaballo asado con tomate y mayonesa de aceitunas negras. Elaboración excelente y materia prima de primerísima calidad. Resultado, por tanto, cum laude.






Y como colofón, como no podía ser de otra manera, una buena pieza de carne: entrecote de Angus, papa Grenailles, que no son otras que las patatas de tamaño más reducido, y verduras de temporada glaseadas. Soberbio todo: tanto la carne, como todo lo que le acompañaba. Mis felicitaciones.






En cuanto a los postres, una de cal y otra de arena. Comencemos por la de cal: panaché de frutas de temporada con mousse de parchita, coulis de cítricos y miel de palma. Demasiado empalagoso y gelatinoso. lástima. Otra vez será.









Y la de arena, para dejar un buen sabor de boca: pasión de chocolate y frutos sobre crema helada de menta. Buena presentación del plato y todos y cada uno de sus ingredientes brillantes en cuanto a sus textura y sabor.







Gastronomía de autor en un ambiente relajado es lo que ofrece La Tosca. Disfrútenlo.


Última visita: 18/03/19
Ver ubicación Longitud: -16º 44’58’’ Oeste Latitud: 28º 5’49’’ Norte





38679 Playa La Enramada, la Caleta 
Costa Adeje, Tenerife



922 71 41 71