En el día de hoy visitamos un histórico renovado: el restaurante Los Tamarises ubicado en el bello municipio de Getxo. En concreto, se halla en el paseo de la playa de Ereaga en el barrio de Neguri con unas vistas espectaculares gracias a las amplias terrazas ¡¡Desde luego que el cambio ha sido vistoso y a mejor!! ¿Y quién ha sido el artífice de todo ello? Ni más ni menos que el gran chef Fernando Canales. Él ha refundado Los Tamarises, pero, evidentemente, no ha querido abandonar su joya de la corona (Etxanobe), y ha optado por dejarlo en buenas manos: ha colocado al frente de los fogones del Tamarises a uno de sus dos hombres de confianza, Javier Izarra. Todo un acierto.
Sobre su cocina no hay mucho que añadir, puesto que ya la conocemos todos. Ofrece una cocina creativa y de mercado. Gran calidad apoyada sobre la base de la gastronomía vasca tradicional con la selección de excelentes materias
primas frescas y de temporada y con una elaboración esmerada. Ciertamente, es un alumno aventajado de Fernando, y eso son palabras mayores. La filosofía del uso de lo tradicional en favor de la innovación está muy enraizada.
La fiesta comenzó con unos aperitivos cortesía de la casa, en los cuales la mencionada querencia a la innovación quedó patente a todas luces: unas gildas de anchoa muy especiales junto a unos hojaldres de huevas de salmón. Buena presentación y bonito colorido. Manera óptima para adentrarnos en la variedad de platos que degustamos.
Decidimos saborear tres entrantes de características distintas. Comenzamos con la terrina de foie de pasas y nueces, que sinceramente, no pasará a los anales de la historia gastronómica. Hay que exigir un poco más de calidad a un plato donde prima el propio producto en sí. Raro en Fernando, desde luego.
En el siguiente entrante sí que se dieron muestras de que la cocina de Fernando y de Javier tiene un plus añadido. Lujo para los amantes de la vanguardia: falso huevo de bacalao. Uno aun se pregunta si lo que comió era huevo, bacalao... Un auténtico misterio para los sentidos, debido a esa magia oculta en los fogones. Bravo.
Y como último entrante, las natillas de hongos con vieira a la brasa. El mejor entrante de todos ellos, sin lugar a dudas. Sólo esa maravilla de natillas de hongos no terrenal y mágica convertía a la visita con un resultado de sensaciones más que placenteras. Plato para que apunten en sus agendas. De veras.
Vayamos con el pescado. Como casi siempre, optamos por la reina, dama, señora y jefa de los mares, oséase, la merluza. No obstante, tratándose de la cocina de Canales, siempre tiene que haber alguna sorpresa, como así fue. Llevaba alga wakame, que unida a un producto tan fresco, era la conjunción ideal para que el paladar exigiera más y más, sin hartazgo alguno.
Y en cuanto a la carne, otro clásico de nuestras mesas: cordero. Me imagino que estarán esperando el toque especial de Fernando, y por supuesto que lo hubo. No era un cordero al uso. Estaba confitado con salteado de manzana, obteniendo un sabor que todavía perdura en mis papilas gustativas. Exquisito al cubo.
Nunca me olvido del apartado de los golosos. Esta vez también nos inclinamos por un clásico como la tostada caramelizada con helado de caramelo. Sin embargo, ya saben, cada una de ellas tiene sus características, personalidad..., y esta, como no podía ser de otro modo, se trataba de una tostada personal escuela Canales.
Y el final fue como el inicio; nuevo obsequio para saborear los cafés, a base de rocas de fresa y unas pequeñas trufas. Son detalles que son de agradecer. Es el camino a seguir.
El mar y la gastronomía les esperan en Los Tamarises ¡¡Anímense!!
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