Y ustedes se preguntarán, ¿por qué este título? Pues simplemente, porque se ha vuelto a cumplir lo que ya he comentado en multitud de ocasiones; el binomio hotel y restaurante, rara vez da sus frutos, y esta vez, lamentablemente, tampoco fue una excepción. No obstante, contra el lugar poco malo podemos decir; más bien al contrario, puesto que la zona es bellísima: Sos del Rey Católico en Zaragoza. Y el emplazamiento, también de nota: el Parador de dicha localidad. Pero...
Ya saben los paradores han optado en los últimos años por ofrecer una cocina regional, con el fin de promocionar el producto más cercano a su entorno. Sin embargo el rendimiento obtenido está muy lejano al propósito pretendido, en el caso del Parador que nos ocupa. Es verdad que se nos obsequian materias primas autóctonas, pero la elaboración es tan floja... Tendremos que detenernos en la decoración, la cual además de sobria, es la adecuada para este tipo de alojamiento. Si bien, todo ello supone un precio demasiado caro para lo que uno puede saborear. En fin...
Y sí, hubo obsequio de la casa, en forma de aperitivo, pero madre mía estos regalos no se hacen ni al mayor de los enemigos ¿Zumo, jugo, extracto, sustancia de remolacha? ¿Qué era aquello? Uno no sabía, si lo debía ingerir, utilizando la cucharilla que disponía, o bien lo debía beber directamente, o por último, rechazarlo amablemente. Quizás, la mejor opción.
Momento entrantes. Comencemos con el plato que mereció el indulto: cardo con jamón y almendras. Producto regional, con sabor y calidad. Satisfechos tanto el chef como el comensal. Bien.
Pero las croquetas... No. Se ofrecían dos tipos de croquetas. No hay que tener mucha imaginación, para sospechar que se trataban de jamón y de bacalao. Pues en efecto, así fue. Con otro detalle, por si el sufrido invitado corría el riesgo de equivocarse; ambas dos se distinguían por su forma, ya que el sabor era otro tema: las alargadas de jamón y las redondas de bacalao. Sin embargo, la bechamel era inconfundible en ambos casos: seca, seca, a más no poder ¿Las vacas de Aragón últimamente no dan leche? Bueno, y si les digo que el acompañamiento eran patatas de bolsa, queda dicho todo...
Por último, otra especialidad de la zona; un buen entrecotte. En cuanto a lo de bueno, dejémoslo en entrecotte, sin más. El resto, correcto. Las patatas, después de lo visto en el anterior plato, difícilmente iban a ser peores, mientras los pimientos rojos, ricos. En definitiva, para cubrir el trámite y poco más...
Hablemos de los postres para terminar. El primero de ellos, el requesón de miel con helado de vainilla, prescindible totalmente ¿Se acuerdan de lo secas que estaban las croquetas?, pues y si les digo que este postre fue capaz de superarle en niveles de masa indigesta, ¿me creerán? Créanme, porque así fue.
Finalmente, el arroz con leche con caramelo requemado. Les tengo que confesar que me sorprendió, y para bien, en este caso. No estaba a la altura de los arroces con leche asturianos (son los reyes de la corona), pero se asemejaba bastante, y eso es de agradecer. Por tanto, felicitaciones. No todo van a ser reprobaciones y reproches...
Conclusión: alójense en el Parador, pero coman en cualquier otro restaurante del municipio. Su estómago se lo agradecerá y de paso conocerán un poco mejor el pueblo, que lo merece muy mucho...
Última visita: 24/06/13
C/ Arquitecto Sainz de Vicuña, s/n
50680 Sos del Rey Católico, Zaragoza
SIN DUDA LOS CARDOS! EL MEJOR PLATO!
ResponderEliminarEl arroz con leche tiene muy buena pinta...que hambre!
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