No abandonamos la isla de Lanzarote, de la cual regresamos totalmente enamorados, y continuamos con nuestro periplo gastronómico. En el día de hoy van a conocer una auténtica joya, que no es otra que Mácher60, lugar este que no sólo presta atención a la gastronomía, sino que se detiene en los aspectos relacionados con el arte. Verdadero acierto el tratar de aunar gastronomía y arte. Mis más sinceras felicitaciones por dicho esfuerzo.
El mencionado esfuerzo primeramente se plasma en todo lo relativo a la decoración, cuya elección, desde luego no es para nada casual. Espacio claro y diáfano el que se ofrece, para que el comensal se sienta que se encuentra como en una galería de arte. Y en dicha galería lo que llega al plato también es muy visual, tanto en lo que se refiere al continente, tales como vajilla, cubertería y mantelería, como en lo que se refiere al contenido, dado que todos los manjares saboreados son muy vistosos y coloristas.
Apenas recién sentados nos deleitaron con una delicia de la zona. Sobre todo, destacó el boniato cortado en rodajas muy muy finas, que mejoraba incluso el sabor de la patatata. Este manjar acompañaba a aceite y crema de queso de la tierra. Bien orgullosos de sus productos, como debe de ser.
La ocasión lo demandaba y optamos por un suculento menú degustación. La velada comenzó con una ensalada de hojas, ventresca de cherne y perlas de mojo rojo palmero. Gastronomía canaria al poder. Que no falte el mojo ni el cherne, el que se puede considerar el mero de roca de las Islas Canarias. El mejor de los inicios.
Continuemos y con materia prima canaria: queso asado ahumado de Lanzarote, sorbete de tomate y frambuesa, crema de batata y tierra de cilantro. Una exquisitez, donde la diversidad de sabores rozaba la perfección del maridaje. Soberbio.
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