Como ya os lo anticipé en la anterior entrada, los próximos análisis gastronómicos se van a centrar en restaurantes que un servidor tuvo el placer de visitar durante su periodo estival veraniego. Comenzaremos con la zona geográfica de las Islas Baleares (podría ser interesante crear una nueva sección geografía y gastronomía, ¿no les parece?). Pelillos a la mar (nunca mejor dicho, tratándose de tal comunidad).
Esta apasionante aventura comenzó en la no menos apasionante isla de Formentera. El primer restaurante que tuve el deleite y regocijo de conocer fue el SOUTH Beach Club Formentera, sito dentro del Hotel Formentera Playa. Y ustedes que me conocen sobradamente bien, dado que me leen con mucho interés (algo que, por otra parte, les ennoblece enormemente), se preguntarán con toda la razón del mundo, como es posible tal elección, tras mis ya conocidas críticas al binomio hotel-restaurante. Pues opté por arriesgar y créanlo, me salió bien.
Antes de hincar el diente a los platos que nosotros habíamos demandado, el establecimiento tuvo a bien agradarnos con un aperitivo de pastel de pescado, el cual no tenía grandes pretensiones gastronómicas, por lo que su resultado final fue ese. Correcto, pero un detalle al fin y al cabo de la dirección, que muchas veces, lamentablemente, no nos ofrecen los grandes chefs.
¡¡Qué les puedo destacar de la comida!! Lo principal, es que el establecimiento propone una cocina mediterránea, tal y como cabía esperar dada su ubicación geográfica. Por ello, la elección del pescado es más que inevitable. Siempre fresco y con una presencia que enamora. Primer pescado: rodaballo sobre puré de patata y aceitunas, aros de cebolla fritas y virutas de cecina crujiente. Espectacular. La cocina balear demuestra que lo que domina lo plasma a la perfección. Son auténticos maestros del mar y de la huerta. Felicidades.
Segundo pescado: suprema de lubina braseada con aceite de albahaca, puerros crujientes y setas guisadas. Otra muestra inequívoca más de su dominio en el arte de la elaboración del pescado y de las verduras. A destacar otro punto importante; las raciones que se brindaban eran de tamaño familiar, lo que nos impidió degustar postre alguno (¡¡Quién me lo iba a decir mí, con lo dulcero y lamerón que soy...) Además, tratándose de una cena, prudencia, pues ya se sabe, amigos, de grandes cenas están las sepulturas llenas.
En definitiva, sorpresa grata para alguien como yo, quien no profesa grandes esperanzas en la gastronomía hotelera.
Ambos pescados tenian que estar deliciosos, buena materia prima y la elaboración parece perfecta. Un abrazo, Clara.
ResponderEliminarBien dices, querida Clara. La verdad es que el pescado estaba delicioso y el entorno lo hacía aun mejor, si cabe.
Eliminaryo lo calificaría cómo bueno (ya que el genero era de primera,cómo en toda la isla)...pero si conparamos!...hay restaurantes más idílicos en la isla..,me refiero al acceso al restaurante
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo, Idoia. La isla tiene tantos lugares bellos e idílicos...
EliminarCuando la materia prima es buena, si no la estropean, se come genial en cualquier sitio: restaurante de hotel, restaurante con encanto o chiringuito.
ResponderEliminarUn saludo.
Kui_Netes
Ahí has dicho bien. Siempre que no la estropeen...
EliminarSaludos.