Hoy la capital vizcaína nos espera en un restaurante muy especial, con mucha solera, tradición y enorme buen hacer: el Zapirain de Bilbao. Tras muchos años de brillante andadura en la preciosa villa marinera de Lekeitio, en 2012 decidieron trasladar su sabiduría culinaria a la ciudad bilbaína. Detrás de dicha decisión se encuentran dos grandes hosteleros como Amaia Zapirain, hija del fundador, Jerónimo Zapirain, y Jesús María Loitegi. Ellos han sabido mantener la filosofía que sa basa única y exclusivamente en el producto.
Y así es. Continúan manteniendo la esencia del producto, donde destaca sobre manera todo lo proveniente del mar. Todo igual, salvo el entorno; si antes la bella marinera demandaba un comedor clásico y tradicional, ahora en Bilbao las cosas han cambiado radicalmente: actualmente el espacio es diáfano, con mucha luz, elegante y vistoso. A ello habría que unir alguna virtud más, tales como la exquisitez de la cubertería, mantelería y vajilla. No obstante, si hubiera que poner algún pero (algo en lo que un servidor insiste una y otra vez), habría que criticar la excesiva cercanía de las mesas. Tal era ella, que incluso cualquier movimiento físico exigía una molestia para los comensales cercanos, con todo lo que supone ello.
Entremos en materia. Como no podía ser de otra manera, nuestros manjares fueron prácticamente en su mayoría productos de la mar; eso sí, antes de comenzar con nuestro correspondiente homenaje gastronómico, Zapirain tuvo el detalle de deleitarnos con una deliciosa crema de patata en salsa verde, que a uno le hacían recordar sus años de infante.
El primer entrante fue quizás el más alejado del mar, si bien había toques marineros en el plato: risotto cremoso en huevas de erizo de mar. Ya ven, no era el típico riotto al uso, dado que el sabor del erizo convertía al plato en algo totalmente novedoso. Por cierto, el arroz muy jugoso, suelto y sabrosísimo.
El segundo entrante, sí que fue una especialidad de la casa y uno de los reyes entre los distintos mariscos: unas suculentas almejas a la plancha. Poco misterio tiene este plato, la verdad sea dicha; simplemente que la materia prima sea de calidad, algo que por otra parte es el lema de Zapirain: producto, producto y más producto.
Los platos principales, igualmente provenían del hábitat natural del rey Neptuno. Por un lado, lomo de merluza a la plancha con salsa de chipirón. Una tajada espectacular del señor de los mares con una salsa perfectamente escogida ¡¡Qué bien maridan ambos dos!! Merluza y chipirón son el matrimonio perfecto. Se puede decir que se trata de un plato cuyos ingredientes están unidos eternamente.
Y por otro lado, un plato que no abandonó las raíces del anterior: kokotxas a la plancha. Si uno opta por escoger el pescado más apreciado y señorial y de este se seleccionan sus dos partes inferiores de la barbilla, el premio gastronómico es de categoría. Yo fui uno de los afortunados. Quedará para los anales de mis recuerdos gastronómicos.
Sí que hubo espacio para el postre, pero quien les escribe comió con tanta ansia el dulce, que se olvidó de dejar testimonio gráfico. Doy fe que estuvo soberbio. Probablemente solo mencionándoles de que se trataba, les active las papilas gustativas: tosta de bollo caramelizada sobre natillas caseras.
Producto del mar en el plato. Eso es Zapirain.
Última visita: 29/04/16
C/ Juan de Ajuriaguerra, 22
48009 Bilbao |
944 055 273
No hay comentarios:
Publicar un comentario