Cuando la gastronomía sirve para algo más que saciar nuestros paladares, hay que buscar ese lugar que ofrece tantas posibilidades. Y dicho lugar podría ser perfectamente el maravilloso y bellísimo Hotel Londres de la Bella Easo. La ubicación es de ensueño. Tener el lujo y placer de poder gozar frente a la playa de la mágica bahía de la Concha de San Sebastián es algo que siempre permanecerá en las retinas de los afortunados devoradores de manjares.
Las instalaciones son señoriales y con varias opciones. Si uno desea disfrutar de la cocina vasca dispone la opción del restaurante La Brasserie Mari Galant, con unos precios muy ajustados. O por el contrario, si lo que prefiere es un buen aperitivo, o bien una buena copa, el bar Swing es su lugar. Y por último, por supuesto, los sugestivos y hermosos salones del hotel, que precisamente fue el espacio donde nosotros gozamos de una jornada gastronómica inolvidable.
En cuanto a la comida, en línea con la belleza del lugar. Para empezar, un marisco delicado: bogavante asado y servido con ensalada de hojas tiernas y aceite de perejil y trufa. Calidad suprema a lo que se unía la facilidad con la que se desprendía la carne, señal inequívoca de su frescura. Bravo.
Segundo entrante. Lasaña de manzana y foie con espuma de pasas de corinto. En búsqueda de la delicadeza máxima. No sólo se trata de reunir unos ingredientes, ya de por sí individualmente seductores, sino que se busca que conformen una orquesta de sabores. Logrado y con creces. Enhorabuena.
Dado que nos encontramos en un lugar cuyas pautas son la belleza de lo clásico, los platos no podían irle a la zaga. Así que, continuamos con pescado y carne. Medallón de rape oriotarra asado con almejas. El rape, el pescado más cercano por su sabor al marisco, permitió que el nivel culinario continuara en cotas elevadas. Bien elaborado y bien sabroso.
Y por lo que respecta a la carne, otro de los clásicos: solomillo a la plancha con puré de patatas ligero y salsa de Oporto. La pieza muy poco hecha, como le gusta a un servidor, para que el sabor se realce. A destacar, igualmente, el acompañamiento de la crema de puré tan sutil, que redondeaba el plato de forma brillante.
Finalmente, sí que encontramos un pequeño lugar para el postre. Hojaldre de nata con helado de vainilla. Soberbia la calidad del hojaldre. Sospecho que no fue elaborado en el propio lugar, sino que provenía de algún maestro pastelero de la zona. Por el contrario, si se elaboró en el restaurante, mis más sinceras felicitaciones a la sección de pastelería, porque el dulce fue de categoría.
El gusto y la vista al servicio del comensal es la esencia del hotel Londres. Felicidades.
20007 San Sebastián (Guipúzcoa)
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