Y desde luego que lo es. Dos de los más grandes de la cocina asturiana, Nacho (Casa Marcial) y Esther Manzano (La Salgar), quieren brindar un homenaje a su abuela Gloria, la cual les enseñó a amar y dominar los fogones. Visitar Gloria es poder disfrutar de tres generaciones con un saber culinario amplísimo. En esta ocasión nos acercamos al local de Gijón, puesto que si lo desean también pueden visitar otro Gloria más en Oviedo. En el que nos ocupa llama sobre todo la atención su decoración urbana y desenfadada toda en negro, tanto en la zona de la barra, donde se puede ver nítidamente lo que se cocina, como en la zona de las mesas, donde la música acompaña en todo momento.
Al igual que la decoración, la gastronomía es moderna y vanguardista. Nacho y Esther nos quieren ofrecer un nuevo concepto culinario. Muy acertadamente estructuran la carta en cuatro bloques diferenciados: lo nuevo y de temporada, el mundo vegetal y ensaladas, los supervivientes de Gloria (los clásicos platos triunfadores de los hermanos Manzano) y nuestros dulces. Por si fuera poco, dentro de este enorme abanico de posibilidades, el comensal aún puede escoger con más ambición, si cabe, dado que existen raciones, medias tapas y platos. Por probar que no quede.
Para empezar, cortesía de la casa, unas aceitunas sabrosísimas con un color verde espectacular y un aceite amargo y con mucho cuerpo, ideales para ir pudiendo engrasar nuestras papilas gustativas.
Ya puestos en faena, comenzamos con una tapa clásica y joya del Principado de Asturias, que no es otra que la fabada. Dentro del capítulo de lo nuevo y de temporada, no podía faltar el plato estrella. Verdaderamente suculento. Obligatorio visado gastronómico, si visitan Gloria.
Una tapa más, pero en esta ocasión del apartado de los supervivientes de Gloria. Sus famosas croquetas, que según los expertos más críticos son las auténticas número 1, algo que un humilde escribiente certifica. Rebozado muy muy fino y una bechamel realmente cremosa. Fluyen, lo que provoca que al mismo tiempo fluyan lágrimas por nuestras mejillas, fruto de la emoción.
No todo van a ser tapas. A continuación nos adentramos en el apasionante mundo de las medias raciones. Evidentemente este sí que respondía muy a las claras al capítulo de temporada, puesto que estamos hablando de un producto elaborado a base de bonito, el cual, como bien saben, es muy estacional. Yo le catalogaría como los denominados trampantojos. En la carta figura como rollo de bonito de la manera tradicional, y cuál es nuestra sorpresa, grata en todo momento, que tenemos el placer de saborear unas exquisitas albóndigas de bonito. Por cierto, la salsa inolvidable. De las que crea riqueza a espuertas en nuestros grandes panaderos.
Y por último, como no podía ser de otra manera, un plato en toda su magnitud, como mandan los cánones, arroz con pitu de caleya, un histórico en la cocina de ambos magos de los fogones. El arroz suelto y sabroso acompañado de un pollo de granja, que no prueba el pienso, lo cual el comensal lo aprecia a las primeras de cambio. Tanto en el color de la carne, mucho más oscuro, como en la textura, más tersa se contemplan esas diferencias, permitiendo de este modo saborear un pollo de verdad.
Donde no dejamos ninguna bala en la recámara fue en los postres. Allí donde sólo se ofrecía la posibilidad de un plato, nosotros lejos de amilanarnos, atacamos a tres postres completos. Primero, torrija con helado de vainilla. Dulce arte en el plato. Torrija esponjosa que se deshacía en la boca, bien acompañada con un helado de vainilla, que marida perfectamente.
Segundo asalto. Galleta de naranja, crema inglesa espumosa y helado de mango. Más completo imposible. Galleta de naranja delicada y deliciosa, con una crema de las de verdad, rodeada de un mango que redondeaba el plato, para acercarse al diez.
Y el fin de fiesta requería el postre fetiche de la tierra: arroz con leche a la manera tradicional. Cuando decimos tradicional, decimos con ese caramelo requemado inconfundible y característico de esta bella tierra. Ellos son los reyes en la elaboración de este complicado manjar, sin duda alguna.
¿Dónde degustar gastronomía urbana vanguardista y desenfadada? Hay un lugar y les está esperando. Gloria en Gijón.
Pza. Florencio Rodríguez Rodríguez, 3,
33206 Gijón,
Asturias
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