martes, 27 de febrero de 2024

Binomio hotel-restaurante no suele funcionar

Tras una larga temporada, regresamos a la tierra que me vio nacer, y que, por tanto, siempre me provoca más de una emoción. Concretamente, visitamos una pequeña localidad, de nombre Truyes, colindante con el animoso municipio de Avilés. En dicho lugar nos espera el Hotel URH Zen Balagares, donde se ubica el restaurante Arde, que nos ocupa y preocupa en el día de hoy. Y digo preocupa, porque ya saben mi opinión de binomio hotel-restaurante. En raras ocasiones se produce el éxito y...







Y sí, sucedió lo esperado. No fue el día que más disfrutamos de la gastronomía, ni mucho menos. La decepción adquirió volúmenes de mayor fracaso, conocida la calidad y variedad de la cocina asturiana. Si cambiamos de tercio, y nos centramos en temas complementarios, como la decoración, nada que objetar. Moderna, elegante y con unas mesas muy espaciosas, que permiten en todo momento la privacidad de la conversación.






El menú fue un tanto frugal, porque en esta ocasión se trataba de cena, y como bien dice nuestro sabio refranero popular, de grandes cenas están las sepulturas llenas. Mejor no arriesgar, por tanto. Primer entrante: fideuá negra de calamares. Correcta, sin más. La tinta del calamar estropeaba bastante el plato.







El segundo entrante mejoró un poco el anterior, y fue un poco más sofisticado, si cabe: tomate de temporada asado con salsa holandesa y crujiente de jamón. Buena materia prima, buen acompañante que incluso mejoraba el conjunto del sabor. Correcto.





Momento de los platos principales. Por un lado, carne, y por otro, pescado. Nada original. En cuanto a la carne, gran disgusto. Cachopo asturiano con su clásica guarnición. Podríamos catalogarlo de publicidad engañosa, incluso. No era el típico cachopo de la tierra, puesto que el rebozado era a base del empanado panko japonés. Suspenso. Impensable degustar un cachopo así en Asturias.






En lo que se refiere al pescado, cierta mejoría, pero no para ilusionarse, puesto que el margen de mejora era más que notable, dado el bajo listón que había que superar. Hablamos de la dorada al limón con patatas confitadas. Por supuesto, no nos cabe la menor duda que se trataba de una dorada de ración de piscifactoría. En fin...





El final de la jornada, es decir, los postres, también en la misma línea. Comenzamos con el que a priori más nos iba a sorprender: tarta de arroz con leche. Lamentablemente, no hubo tal sorpresa. Si cerrara los ojos, un servidor no sería capaz de adivinar qué dulce estaría saboreando. Significativo, ¿no?






Quizás, miren ustedes por dónde, que el postre clásico llegó a causar más sorpresa: yogur natural. Tenemos la sospecha de que incluso podría ser casero. Bien servido, bien presentado y con un sabor potente, cercano a un queso asturiano, lo que hace inclinarnos por un postre hecho en casa. No está mal.








Corolario: hotel+restaurante=alerta todos los sentidos, y principalmente, el gusto.



Última visita: 23/02/24


Web del restaurante
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Avenida de los Balagares,34
33404 Asturias
985 53 51 57

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