Tras una larga temporada, regresamos a la tierra que me vio nacer, y que, por tanto, siempre me provoca más de una emoción. Concretamente, visitamos una pequeña localidad, de nombre Truyes, colindante con el animoso municipio de Avilés. En dicho lugar nos espera el Hotel URH Zen Balagares, donde se ubica el restaurante Arde, que nos ocupa y preocupa en el día de hoy. Y digo preocupa, porque ya saben mi opinión de binomio hotel-restaurante. En raras ocasiones se produce el éxito y...
El menú fue un tanto frugal, porque en esta ocasión se trataba de cena, y como bien dice nuestro sabio refranero popular, de grandes cenas están las sepulturas llenas. Mejor no arriesgar, por tanto. Primer entrante: fideuá negra de calamares. Correcta, sin más. La tinta del calamar estropeaba bastante el plato.
El segundo entrante mejoró un poco el anterior, y fue un poco más sofisticado, si cabe: tomate de temporada asado con salsa holandesa y crujiente de jamón. Buena materia prima, buen acompañante que incluso mejoraba el conjunto del sabor. Correcto.
En lo que se refiere al pescado, cierta mejoría, pero no para ilusionarse, puesto que el margen de mejora era más que notable, dado el bajo listón que había que superar. Hablamos de la dorada al limón con patatas confitadas. Por supuesto, no nos cabe la menor duda que se trataba de una dorada de ración de piscifactoría. En fin...
El final de la jornada, es decir, los postres, también en la misma línea. Comenzamos con el que a priori más nos iba a sorprender: tarta de arroz con leche. Lamentablemente, no hubo tal sorpresa. Si cerrara los ojos, un servidor no sería capaz de adivinar qué dulce estaría saboreando. Significativo, ¿no?
Corolario: hotel+restaurante=alerta todos los sentidos, y principalmente, el gusto.
Última visita: 23/02/24
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Avenida de los Balagares,34
33404 Asturias
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