viernes, 8 de marzo de 2024

El mejor restaurante de Avilés

Continuamos sin abandonar la bella Asturias y seguimos en el mismo municipio de Avilés. Eso sí, cambia mucho el lugar escogido, con una diferencia de calidad abismal. Visitamos, sin ningún género de dudas, el que considero el mejor restaurante de dicha población: El Pandora. Lugar, que vaya cómo ha evolucionado con el tiempo. Pasó de ser una cafetería familiar a un restaurante, una vez que su hijo, Alejandro Villa, se puso al frente de la cocina tras años de formación en grandes restaurantes, lo que le ha permitido convertirse en un más que reconocido chef de la zona.






La ubicación del lugar es envidiable, dado que se encuentra en pleno centro de la ciudad. Nada más entrar al local uno tiene la sensación de que la decoración es un tanto vintage. No obstante, dicha impresión desaparece de inmediato, una vez tomamos asiento. Todo está cuidado al mínimo detalle: mantelería, flores, cubertería, copas y vasos, y mención especial para la vajilla. De las más impresionantes que he podido disfrutar en restaurante alguno. Por su parte, las sillas elegantes y modernas, así como, las mesas amplísimas y muy separadas.







En esta ocasión fueron dos entrantes y un plato principal, conocedores del tamaño de las raciones que se estilan en Asturias. Para comenzar el homenaje, un clásico de la tierra: fritos de pixín negro con trufa negra. En Asturias el rape siempre será pixín, y saben, es en el único lugar donde puede disfrutar del lujo de saborear un rape rebozado. Ya lo saben...








Continuemos con el segundo entrante. Pura magia gastronómica, igualmente. Canelón de centolla gratinado con Idiazabal y pesto a la genovesa. Una pasta casera con una textura insuperable con un relleno, que no le iba a la zaga, en absoluto. Puedo decirles que se trata del canelón más exquisito catado por un servidor.








Momento del plato principal: tartar de atún rojo con trufa, huevos y patatas. La imagen de dicho plato en la mesa era auténtico jolgorio visual ¡Qué sinfonía de colores! Un servidor no osaba a romper los distintos elementos que componían ese perfecto conjunto cromático. Sin embargo, lo tuvimos que hacer para lograr que todos los sabores maridaran a su máximo nivel. Les aseguro que mereció la pena, y mucho. Otro plato para los anales gastronómicos.







Los postres, del mismo modo, saciaron nuestros sentidos del olfato, gusto y vista. Por un lado, un flan casero con chantilly y helado de caramelo. Si Asturias es la catedral del arroz con leche, en lo que se refiere al flan, no se suele quedar atrás. Y este, en concreto, superó la media asturiana, lo que quiere decir que como se diría en Asturias, "prestome por la vida".









Y para terminar el festín, otro dulce de categoría suprema: milhojas de crema con helado de café. Un hojaldre crujiente sensacional, acompañado de un notable helado. Por cierto, como podrán comprobar ustedes mismos, la ración mas que generosa, una vez más. Excelente final de fiesta, sin duda.








Si en una escapada al paraíso natural de Asturias, tienen ocasión de visitar Avilés, no duden en hacer una parada gastronómica en El Pandora. Acertarán seguro.


Última visita: 24/02/24


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San Bernardo, 6
33402 Avilés, Asturias
985 56 94 60

martes, 27 de febrero de 2024

Binomio hotel-restaurante no suele funcionar

Tras una larga temporada, regresamos a la tierra que me vio nacer, y que, por tanto, siempre me provoca más de una emoción. Concretamente, visitamos una pequeña localidad, de nombre Truyes, colindante con el animoso municipio de Avilés. En dicho lugar nos espera el Hotel URH Zen Balagares, donde se ubica el restaurante Arde, que nos ocupa y preocupa en el día de hoy. Y digo preocupa, porque ya saben mi opinión de binomio hotel-restaurante. En raras ocasiones se produce el éxito y...







Y sí, sucedió lo esperado. No fue el día que más disfrutamos de la gastronomía, ni mucho menos. La decepción adquirió volúmenes de mayor fracaso, conocida la calidad y variedad de la cocina asturiana. Si cambiamos de tercio, y nos centramos en temas complementarios, como la decoración, nada que objetar. Moderna, elegante y con unas mesas muy espaciosas, que permiten en todo momento la privacidad de la conversación.






El menú fue un tanto frugal, porque en esta ocasión se trataba de cena, y como bien dice nuestro sabio refranero popular, de grandes cenas están las sepulturas llenas. Mejor no arriesgar, por tanto. Primer entrante: fideuá negra de calamares. Correcta, sin más. La tinta del calamar estropeaba bastante el plato.







El segundo entrante mejoró un poco el anterior, y fue un poco más sofisticado, si cabe: tomate de temporada asado con salsa holandesa y crujiente de jamón. Buena materia prima, buen acompañante que incluso mejoraba el conjunto del sabor. Correcto.





Momento de los platos principales. Por un lado, carne, y por otro, pescado. Nada original. En cuanto a la carne, gran disgusto. Cachopo asturiano con su clásica guarnición. Podríamos catalogarlo de publicidad engañosa, incluso. No era el típico cachopo de la tierra, puesto que el rebozado era a base del empanado panko japonés. Suspenso. Impensable degustar un cachopo así en Asturias.






En lo que se refiere al pescado, cierta mejoría, pero no para ilusionarse, puesto que el margen de mejora era más que notable, dado el bajo listón que había que superar. Hablamos de la dorada al limón con patatas confitadas. Por supuesto, no nos cabe la menor duda que se trataba de una dorada de ración de piscifactoría. En fin...





El final de la jornada, es decir, los postres, también en la misma línea. Comenzamos con el que a priori más nos iba a sorprender: tarta de arroz con leche. Lamentablemente, no hubo tal sorpresa. Si cerrara los ojos, un servidor no sería capaz de adivinar qué dulce estaría saboreando. Significativo, ¿no?






Quizás, miren ustedes por dónde, que el postre clásico llegó a causar más sorpresa: yogur natural. Tenemos la sospecha de que incluso podría ser casero. Bien servido, bien presentado y con un sabor potente, cercano a un queso asturiano, lo que hace inclinarnos por un postre hecho en casa. No está mal.








Corolario: hotel+restaurante=alerta todos los sentidos, y principalmente, el gusto.



Última visita: 23/02/24


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Avenida de los Balagares,34
33404 Asturias
985 53 51 57

martes, 20 de febrero de 2024

Eficacia gastronómica

En el día de hoy regresamos a la Bella Easo, cuna de la mejor gastronomía. Ciudad bellísima donde las haya y con una capacidad infinita de ofrecer manjares suculentos. Concretamente, visitamos el restaurante Kaskazuri, que como podían imaginar tiene su traducción del euskera. Literalmente significaría "de pelo cano". En esta ocasión no acierto a adivinar el motivo de la elección de tal nombre. Bien sea, porque tienen la esperanza de que el local va a perdurar en el tiempo, o bien, porque buscan un público más maduro, que no es el caso. Espero su ayuda, para que un servidor no perezca en este mar de dudas. Lo que no ofrece dudas es su ubicación, la cual es indiscutiblemente magnífica. Kaskazuri se sitúa en el Paseo Salamanca, junto a la desembocadura del río Urumea



En lo que se refiere al local en sí, la reforma le ha dado un toque moderno y vanguardista muy a tener en consideración. Comedores muy acogedores con su mantelería blanca, grandes espacios y una iluminación perfecta, que se adapta a las distintas franjas horarias, para que los diferentes platos brillen con la mejor luminosidad. Los dos comedores tienen personalidades totalmente antagónicas. El de abajo es un lugar más multifuncional (con opción de discoteca inclusive) con unas luces más azuladas, si la ocasión lo requiere. Y como guinda, su enorme acuario marino tropical. Por el contrario, el comedor de arriba es más señorial y con unas vistas espectaculares. Por último, antes de adentrarnos en lo que realmente nos compete, una reseña al gran chef: Antton Otaegi, quien tras comenzar muy joven en Kaskazuri, regresa para tomar las riendas convirtiéndose ya en un mago de los fogones.






Entremos en harina. Las opciones son varias y todas apetecibles.  Menú del día, menú especial, menú degustación y carta. Nosotros optamos por la segunda alternativa. Para comenzar con los entrantes, terrina de foiegras con tostadas servido al centro. La calidad del producto soberbia. Nada que objetar.








Otro segundo entrante, pero en este caso cada comensal con su ración individual: ensalada de langostinos, setas y semillas. Quizás, las semillas no maridaban demasiado bien, pues su sabor no tenía un gran aporte. Ese pequeño pero, únicamente.







Para finalizar con el apartado de los entrantes, el que podría ser el que más destacó entre todos ellos: crepe relleno de bechamel. Todo más que perfecto. Tanto el continente como el contenido. Una buena bechamel siempre hay que valorarla con nota.







Llega el momento de máxima tensión, los platos principales. Como mandan los cánones, carne y pescado. El pescado no tuve el placer de degustarlo, pero quienes dieron buena cuenta de ello, salieron más que satisfechos. Por un lado, un rape de ración con refrito de ajo. Gran aspecto.









En cuanto al otro pescado, un clásico de la cocina donostiarra: merluza al horno con salsa de txangurro. La reina de los mares acompañada de su mejor novio, que no es otro que el centollo. Matrimonio perfecto. Enhorabuena.







Momento previo al dulce con una buena pieza de carne: solomillo de vaca con salsa roquefort. Un punto para destacar de sobremanera fue que el queso no enmascaró en ningún momento el sabor de la carne, que la cual llegó a la mesa muy poco hecha, como se sugirió. Gracias.





Para terminar el festín, un buen postre. En este caso, una pequeña degustación para quedarnos con un mejor sabor de boca: tarta de queso con helado de frambuesa y torrija de coco con salsa de mango. No fue lo más especial de la jornada. Bien, porque llegamos a la recta final un tanto saciados, o bien, porque un servidor es más que exigente en lo que concierne a dicha materia.




Si desean relajarse cerca del mar, al tiempo que degustan una gastronomía sin pretensiones, pero satisfactoria, no busquen más. Kaskazuri es su lugar.



Última visita: 17/02/24


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Paseo Salamanca,14
20003 Donostia-San Sebastián
943 420 894

martes, 6 de febrero de 2024

La seducción de la parrilla

Hoy regresamos a una de nuestra niñas mimadas, que no es otra que la bellísima localidad de Getaria en plena costa guipuzcoana. Decir Getaria es decir gastronomía y decir Iribar, que es el destino que nos ocupa hoy, es decir parrilla. Nada más y nada menos que desde 1950 se ofrecen manjares en este lugar elaborados en la magia de la parrilla. Hoy Pili Iribar continúa con la tarea que comenzó su abuelo, tratándose, por otra parte, de unas pocas mujeres que trabaja la parrilla. Tranquilidad, que poco a poco, comienza a crearse escuela.




Dediquemos una breve mención a su ubicación y al interior del local. En cuanto a la ubicación, raya la perfección. Se halla en la calle principal de Getaria, junto al puerto y la iglesia de la localidad (San Salvador). Por lo que se refiere al interior, el establecimiento, con capacidad para 60 personas, cuenta con 3 comedores diferenciados: el comedor principal, situado frente a la barra; el comedor superior, situado en la parte final del restaurante, y el homólogo de este último, situado justamente bajo este, adornados todos ellos con una decoración tradicional marinera sencilla, donde destacan las redes de pesca y los veleros de madera. Y, por supuesto, en el exterior la joya de la corona, la parrilla, que todos los turistas observan atónitos.








El comienzo fue a base de un ofrecimiento de la casa: boquerones en aceite de oliva muy bien presentados en su correspondiente conserva. Espectaculares. Producto local con una calidad insuperable ¿Qué más se puede pedir? Por pedir, que la ración fuera más abundante, porque de lo exquisito jamás se aburre uno.



A continuación, dos entrantes y un pescado a la parrilla. Es que cuando la lógica manda, el resto queda en la retaguardia. Comenzamos con unas pencas rellenas de langostinos y mejillones, que a primera vista nos sorprendió por el tamaño de la ración (compensando con creces lo anterior). Bien acompañado con una salsa de marisco y una crema de verduras. Perfecto.






Otro entrante más, y de categoría, igualmente: colas de cigala rebozadas y rellenas de txangurro. Otra de las especialidades de la casa. No sólo dominan el pescado y la parrilla. El marisco es otra de sus especialidades, dando muy buena fe de ello tanto el centollo como las cigalas. Bravo.









Y como colofón, la estrella de la noche: besugo a la parrilla, ¡¡Pero menuda pieza!! Superaba el kilo de peso sobradamente. Sólo nos queda admirar cómo se elabora el refrito, que es elemento fundamental, a base de aceite, ajo triturado, vinagre, zumo de limón y sal. Puro arte. Y si a eso le añadimos la calidad de la materia prima, poco más que decir. Puro deleite gastronómico.







Y esta vez, ante tal magno homenaje, no hubo recoveco alguno para el postre, Espero que lo comprendan y me lo sepan perdonar. No volverá a ocurrir. Se lo prometo y si no, me lo recuerdan. Lo que si les adelanto es que, si quieren saber lo que es una parrilla de verdad, no pueden obviar su cita a Iribar. Créanme. 




Última visita: 02/02/24


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Kale Nagusia, 34
20808 Getaria (Gipuzkoa)

943 14 04 06


miércoles, 24 de enero de 2024

Gora Donosti!

La entrada del blog del día de hoy tiene un carácter especial, tanto por el lugar en el que se degustaron los distintos manjares, como por el evento festivo que se celebró al mismo tiempo. Nos detenemos primero en la festividad. El día de San Sebastián, que se celebra mediante una tamborrada cada 20 de enero, la ciudad rinde homenaje a su santo patrón. Dicha fiesta de la tamborrada consiste en una serie de desfiles de tambores y replicantes que van tocando piezas. Los que portan tambor van ataviados con trajes militares napoleónicos, mientras que los replicantes, que portan barriles de madera, van vestidos de cocineros.






Y un servidor tuvo el placer de disfrutar de una invitación, que consistía en vivir apasionadamente el mencionado evento, lo cual agradece encarecidamente desde este humilde rincón, en una sociedad gastronómica, que también merece un pequeño comentario. Estas sociedades están compuestas por socios que muchas veces pertenecen a una misma cuadrilla, y se utilizan para realizar cenas y comidas, siendo los propios socios los que cocinan. El lugar elegido fue La Cofradía Vasca de Gastronomía ubicada en Donostia, en el corazón de la Parte Vieja Donostiarra, al pie del monte Urgull, y a la sombra del Castillo de la Mota. Su historia es dilatada, dado que su origen data de finales de los años 50, cuando gastrónomos y cocineros ya se reunían en dicho local para intercambiar opiniones. Ahí es nada.








A lo nuestro. El banquete comenzó con lo que se denominó txiskamiska, que englobaba a todos los entrantes. Primero, la típica gilda donostiarra, que se trata de un clásico, que siempre deja en buen lugar al que la ofrece. Este encurtido, el cual combina la aceituna y la guindilla, generalmente con una anchoa, unido por un palillo, apenas tiene detractores. Simple y rico.











Continuemos con el segundo entrante: foie con salsa de uvas. Si bien la presentación no fue todo lo digna que cabía esperar, en su descargo hay que destacar que el sabor del producto fue excepcional. Y como lo que es primordial es la materia prima, objeciones mínimas.









Por último, el tercer entrante también fue un clásico de la extensísima cocina donostiarra: txangurro a la donostiarra. Se aprovecha toda la carne del centollo, se hace un tomate rico, se agrega pan rallado y brandy flambeado y se gratina en el horno. Un verdadero manjar, que ya se ha ido exportando. Bien merecido.






Antes de los platos principales, un manjar, el cual siempre está muy presente en nuestros hogares para todo tipo de celebraciones: sopa de pescado de la Cofradía. Si ya de por sí es garantía de éxito, en esta ocasión superó las expectativas con creces. Receta: de la propia Cofradía. Habrá que hacerse con ella.










Ya llegamos a la "mère du mouton", o séase, a los dos platos principales. Una vez más, sin estridencias. Por un lado, pescado, y por otro, carne. Como mandan los cánones el inicio fue a base de una espectacular merluza en salsa acompañada de sus kokotxas, almejas y guisantes. En definitiva, un plato redondo.




Y para terminar, cómo no, no podía faltar un riquísimo solomillo con salsa de hongos. Les confieso que la salsa fue una auténtica delicia, quizás de lo que quede con más intensidad de la jornada en mis recuerdos gastronómicos. Lástima que la pieza llegó un poco fría a la mesa, perjudicado el servicio, eso sí, por la avalancha de comensales.


El final fue en la línea de todos los manjares, si bien, incluso, alcanzó un nivel más, porque escondía sorpresa: tambores de tamborrero (guiño a la fiesta), creación de J.M. Gorrotxategi para la Cofradía Vasca de Gastronomía y preparados por su hijo Rafa. Decir Gorrotxategi es decir chocolates, dulces, turrones... Prestigio en el plato.

Ya ven, visitar una sociedad gastronómica es mucho más que una experiencia del comer. Por ello, me reitero en agradecer, con todo mi corazón, el lujo que he podido vivir. Un millón de gracias.


Última visita: 19/01/24


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Elvira Zipitria s/n
20003 Donostia - San Sebastián (Spain)

943 428806


lunes, 18 de diciembre de 2023

Donde el pescado es una religión

En el día de hoy visitamos un clásico templo de la gastronomía asturiana, sito en la bella y siempre acogedora villa de Gijón. Se trata del restaurante Antiguo Zabala, cuya historia merece dedicarle unas cuantas líneas. El local fue fundado nada más y nada menos que en 1923 (entonces Casa Calixto) por Antonio Zabala, un patrón de barco retirado de origen guipuzcoano. En su tiempo fue una casa de comidas del barrio de pescadores de Gijón, Cimadevilla, y desde sus comienzos ganó fama de tener buena materia prima y una cocina excelente, donde, evidentemente, se hacía notar la ascendencia vasca. Ya ven, que los orígenes eran realmente prometedores.






Y en estos 100 años de vida, jamás ha abandonado su filosofía. Siempre rindiendo pleitesía al mejor pescado, elaborado con la mayor de las destrezas, sin cometer errores. Para elaborar dichos pescados han escogido un moderno restaurante con paredes de piedra y parqué, donde destacan unas mesas cubiertas con una mantelería blanca sobria, cuya separación es la idónea para poder mantener una conversación sin interrupciones. Asimismo, su ubicación es perfecta, pues se halla en Cimadevilla, en pleno casco histórico.













Vayamos ya, con lo que nos ocupa y preocupa, que no es otro que rendir cuenta de lo que se nos ofreció a nuestros hambrientos e insaciables paladares. Optamos por tres entrantes. Primero, las especiales rabas asturianas, y es que Asturias y el calamar van de la mano. Allí tienen el truco para que siempre se logre que el rebozado esté en su textura ideal. Enseñanza de padres a hijos.













A continuación, una recomendación de la casa, y que, sin duda, se va a convertir en plato obligatorio, cada vez que visitemos el Antiguo Zabala: pastel de centollo gratinado. Una delicia entre las delicias. Mis más sinceras felicitaciones.











Para acabar con los entrantes, un manjar, que podríamos considerarlo como un plato principal, sin temor a equivocarnos el plato fetiche y símbolo de la tierra: fabada. Como no podía ser de otra manera con todo su compango: lacón, tocino, chorizo y morcilla. Asturias, tierra de alubias.











Llegamos ya a los platos principales, que como es menester en este lugar, son a base de pescado. Primero, el producto más sabroso del mar: salmonetes fritos. Y es que cuando la materia prima es de calidad, como es el caso, más de medio camino está hecho. El otro medio lo resolvieron con el mayor de los éxitos los jefes de cocina del local. Enhorabuena.















Y por último, otro plato de la tierruca y emblema también: pixín a la parrilla con patatas panadera acompañado de verduras. El pixín, rape en bable, es dogma de fe en Asturias. Es un pescado que nunca debe de faltar en cualquier mesa. De nuevo, perfecto en su elaboración, y sin que estuviera bañado en aceite, pecado capital de más de un restaurante.















Pero un final digno exige presencia de postres, como así fue. Por un lado, quesos asturianos, bien escoltados por su correspondiente dulce de manzana: el rey (cabrales), y otro queso más suave, que bien podría ser de La Peral. Como dicen en Asturias "no hagan una comida ni con quesu, ni sin quesu". Es decir, en una comida jamás puede faltar el queso, pero tampoco se debe hacer sólo a base de queso. Por lo tanto, como obedientes que somos, saboreamos con verdadero deleite ambos quesos.















Y para terminar el festín, otro tótem de la gastronomía asturiana, y porque no, incluso, de la gastronomía de todo el territorio: arroz con leche. Les aseguro que es la región donde el arroz con leche brilla por su excelencia. No hay otro lugar en el mundo donde se sirva el arroz con leche caliente con su caramelo tostado con semejante talento.










Antiguo Zabala, donde el sabor de lo clásico es esencia.



Última visita: 02/12/23


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C/ Vizconde Campo Grande 2. Cimadevilla.
33201 Gijón, Asturias

985 341731