lunes, 23 de julio de 2012

Un lujo gastronómico inesperado

Les confieso que lo que viví gastronómicamente hablando en la visita que realicé a La Cocina de Plágaro, restaurante ubicado en la bella ciudad de Vitoria-Gasteiz, estaba fuera del guión. Realmente el decorado del establecimiento no invitaba al optimismo, pero todo lo que allí pude degustar era de un nivel estratosférico. Es más, estoy más que seguro que si se cuidaran más los detalles arquitectónicos estaríamos hablando de un local galardonado con una estrella Michelín. Sin embargo, en La Cocina de Plágaro se han apostado por otros conceptos: trato cercano, amabilidad y profesionalidad.





Vayamos al tema. Comenzamos con un aperitivo que constaba de un pan de cristal con jamón, croqueta de gambas con una bechamel exquisita y la querida y popular Gilda (anchoa, guindilla y aceituna). Aprovecho para comentaros su origen, que yo creo que merece la pena. Surgió en la Casa Vallés de la Parte Vieja de Donosti, lugar en el que se empezó a combinar la guindilla con la aceituna y la anchoa, insertándose en un palillo. Y como el inventó gustó a los amigos le llamó a esta banderilla Gilda, como la película de Rita Hayworth -que en 1946 se estrenaba en las pantallas-, porque era verde, salada y un poco picante. Y así nació esta banderilla en este bar y con este nombre.





  Sigamos con la apoteosis gastronómica. Un manjar para los oídos (pronunciar el plato emite una sonoridad especial), olfato, vista y sobre todo, evidentemente, para el gusto: carpaccio de manzana con foie en salmuera, piñones y frambuesa liofilizada. Exquisito. Como diría un servidor, el foie y la manzana han nacido para combinarse. son lo que llamaríamos productos complementarios.





¡¡Que continúe la fiesta de sabores!! Un nuevo placer: taco de bonito a la plancha con mantequilla y soja, crema de calabaza, salsa de pata negra y aritos de cebolla. Plato imaginativo a más no poder. ¿Saben por qué lo de salsa de pata negra? Porque se trata de una salsa de chipirón con sabor a jamón ¡Bravo! Crema sabrosísima y un bonito con un sabor a mar inolvidable. Mención especial a los aritos de cebolla rebozados, los cuales me traen recuerdos de mi infancia, dado que los comía habitualmente. Pero cuando son de esta calidad, se deben catalogar como los calamares de los pobres. Magnífico.







 
Y antes de entrar en los apartados de la carne y el pescado, aun nos queda una sorpresa más. Los langostinos ibéricos con tomate a la plancha y avellana triturada. Una vez más la unión del langostino con el jamón son ejemplo de combinaciones y maridajes perfectos. Enhorabuena.







Y aunque parezca mentira la imaginación del chef no desfallecía, sino que iba "in crescendo", porque ¿qué me dicen de una merluza con crema de espinacas, gamba en tempura y huevas de pez volador? Bien escogida la salsa de espinacas, al tratarse de un sabor suave que no se impone a la delicadeza de la merluza. Por su parte, la elaboración de la gamba en tempura a niveles de la mejor cocina asiática. Y el broche lo ponían las huevas de pez volador. Plato tan trabajado e ingenioso que merece un 10.





El momento carne también fue inolvidable; fuimos sorprendidos con un centro de chuleta con jugo de carne al vino tinto y rulo de cabra a la plancha. Carne poco hecha para alcanzar su máximo esplendor en cuanto a sabor se refiere, que unida al punto que le daba el queso, convertía al plato en un lujo sencillo, pero realmente sabroso.








Los platos más dulces merecen un capítulo aparte. Es aquí donde Plágaro ofrece todo lo que tiene (que es tanto...), con lo que la felicidad gastronómica es máxima ¿Mojito sin alcohol? Sí, señores. Y lo mejor es que no pierde ni su esencia, ni su sabor. Mis más sinceras felicitaciones.






El delirio final lo alcanzamos con el último plato de postres. Hubo de todo: leche frita, tarta goxua en vaso (nata, crema, bizcocho y caramelo), sorbete de frambuesa, bomba de chocolate rellena de avellana líquida y biscuit de nueces recubierto de chocolate. Todo ello bajo unas vidrieras de chocolate con distintos sabores y peta zetas. Esto sí que es imaginación al poder, con colorido y sabor. Simplemente gracias.





En definitiva, si quieren degustar una cocina de última generación en un sitio tradicional y con los encantos del pasado, no busquen más. La Cocina de Plágaro les espera.

Última visita: 21/07/12
Web del restaurante (no dispone)
Ver ubicación          
Calle de la Florida, 37, 01005 Vitoria-Gasteiz 
                                                  
945 27 96 54



martes, 17 de julio de 2012

El poder de Galicia

Ahora que se va acercando el tan ansiado y merecido periodo vacacional qué mejor ocasión para visitar la bella Galicia; aunque, sin duda, un paraje así siempre debe de estar entre nuestras preferencias viajeras. Por ello, esta vez he elegido el restaurante Maruja Limón ubicado en el centro neurálgico de la ciudad de Vigo, cerca del Casco Viejo (a nosotros nos costó un poco encontrarlo, pero bueno...). Y antes de que se inquieten en tratar de saber el origen de su nombre, no se preocupen. Un servidor se lo explica. Al parecer su nombre se debe a la suegra del chef, Rafael Centeno, mujer de la cual éste aprendió muchas de sus mejores recetas.





Vayamos con los detalles tanto arquitectónicos como gastronómicos. En lo que se refiere al primer apartado, hay que señalar que la tierra gallega se tiene muy presente, puesto que el elemento fundamental es la piedra y con una decoración sobria. No obstante, el espacio es bastante diáfano, y con una particularidad que siempre es de agradecer: cocina a la vista de los comensales. En cuanto a la parte principal y que es la que nos atañe, es decir, la comida propiamente dicha, nuestro chef a través de la naturalidad del producto obtiene unos platos realmente vanguardistas. La máxima esencia de los más intensos y profundos sabores gallegos se pueden saborear en todos y cada uno de los distintos platos que se ofrecen.





Todo lo anterior se refrenda en una bien merecida estrella Michelín. Mi experiencia personal, una vez más, les recomienda el menú degustación. Opten por el corto que ya es más que suficiente para conocer suficientemente la cocina gallega. Esta opción les permitirá el grato placer de degustar dos entrantes, un principal y un postre, además del aperitivo que de modo cortés brinda la casa. Recomendaciones entre tanta variedad: vieira, por supuesto (en cualquiera de sus modalidades), hongos con su yema cuajada, lubina de anzuelo, y como no, vaca gallega. Les tengo que confesar que quizás esperaba un poco más de este local; quizás mis expectativas eran muy elevadas, no lo sé. Sin embargo, espero y deseo que en su andadura gastronómica vaya a más, dado que sus mimbres son espectaculares. Ánimo.





En definitiva, si quieren darse un paseo por la inagotable cocina gallega, ya saben a donde tienen que acudir.



Ver ubicación                                      
Calle Victoria, 4
36201 Vigo 

986 47 34 06

lunes, 9 de julio de 2012

Arroz y mucho más

En el día de hoy le toca el turno a una de mis auténticas debilidades, tanto por sus capacidades y destrezas culinarias, como por la ubicación en la que se halla. Sin más misterios, les desvelo el nombre de dicho templo gastronómico: La Sucursal de Valencia. Local precioso donde los haya, que se ubica en la bella ciudad de Valencia, en concreto, en el Instituto de Arte Moderno de Valencia (IVAM), con toda la importancia que supone ello, dado que el IVAM es el primer museo dedicado al arte moderno que abrió las puertas en nuestro país. Y lo que hace más mágica esta ubicación es que La Sucursal se sitúa en la primera planta del museo, espacio anteriormente dedicado a exposiciones de arte.





¿Y qué es lo que podemos degustar, que va a provocar un gozo inmenso en nuestros paladares? Yo les aconsejaría dos opciones; o bien, el menú degustación, o bien, el menú tradicional. Ambos dos les van a dejar con la boca abierta. Se lo aseguro. No obstante, puestos a destacar, siempre hay algún plato que sobresale sobre el resto. Evidentemente, uno de ellos será, sin duda alguna, el plato estrella de Valencia: el arroz. Fino, suelto, meloso y jugoso. Un entrante que tampoco ni puede ni debe faltar en nuestra elección es el exquisito huevo de corral asado. Finalmente, tratándose Valencia de una ciudad volcada al mar, nos inclinaremos por sus pescados: cualquier pescado de lonja. Mención especial también para el calamar de playa que elaboran.







En definitiva, en La Sucursal han sabido armonizar y coordinar una cocina clásica con una cocina moderna. Se han apoyado en los productos más tradicionales para poder crear los platos más innovadores. Y esto es el valor añadido de la cocina, queridos amigos. De un buen producto (fundamental) obtener un plus, algo más. El mérito del chef está en saber pulir dicha piedra preciosa y conseguir que nos llegue a la mesa un diamante. Y doy fe que La Sucursal lo ha logrado. Enhorabuena.







Ver ubicación                                      
Guillén de Castro, 118
46003 Valencia


96 374 66 65

lunes, 2 de julio de 2012

Modernidad en el ambiente más tradicional

Hoy en nuestra sección de joyas gastronómicas le toca el turno a un restaurante modesto, pero el cual con el paso de los años va a dar mucho que hablar. Seguro ¿Y cuál es esa joya? Se trata del restaurante La Muralla ubicado en el casco antiguo de Donosti. Restaurante de cocina moderna en un entorno histórico, con un comedor clásico de acogedor ambiente.





Les sigo hablando un poco más de la decoración, si me lo permiten. Uno logra sentirse relajado y cómodo, gracias a la elección del color que impera en la sala: el blanco. Todo ello unido a un mobiliario clásico y sin estridencias permiten al comensal centrarse única y exclusivamente en la comida, ya que el resto de los elementos se hallan en total armonía. En definitiva, todo preparado para que nuestra sola preocupación (¡¡Bendita preocupación!!) se limite a la elección del yantar, algo que además La Muralla lo supera con nota. Comprobémoslo.






La seña de identidad de este establecimiento es cocina tradicional con un sutil toque creativo. Uno tendrá la sensación de que está degustando un plato que sus papilas gustativas ya lo conocen sobradamente, pero no; el plato tiene un sabor especial, gracias a la apuesta que se ha hecho por la innovación. Este perfeccionamiento supone que el invitado se encuentre ante una delicada tesitura: elección del menú. Yo les recomiendo alguna ensalada (todas ellas son exquisitas y vanguardistas), risotto (manjar) y un buen taco de buey. Eso sí, dejen sitio para el postre. La torrija caramelizada les hará llorar de placer y si son chocolateros, están de suerte. El bizcocho fluido de chocolate con helado y sorbete de mandarina es de quitarse el hipo.






Y aún resta otra noticia positiva. La Muralla tiene un hermano gemelo muy cerca: La Fábrica. 2 lujos complementarios y sustitutivos. Les prometo que este igualmente dispondrá de su reseña. Palabra. De momento, disfruten con La Muralla, que no es poco.



Ver ubicación  Lat: 43°32269' N / Lon: -1°984225' O                                    
Embeltrán, 3
Donostia-San Sebastián


943 43 35 08