miércoles, 17 de mayo de 2017

Fusión de mar y tierra

Hoy regresamos a una de mis villas favoritas, tanto por su belleza, motivada por un espacio mágico donde el mar y la montaña conviven en la mejor de las armonías, como por sus numerosos lugares gastronómicos con encanto. Esa es Ribadesella con sus paseos y sus bellísimas casas de indianos. Y muy cerca del mar y de la playa nos abre las puertas el restaurante Quince Nudos. Un nombre que ya sugiere el acercamiento y la inclinación hacia ese bravo Cantábrico. Este les proporcionará sus mejores productos autóctonos para que en la cocina se encarguen de crear sabores mágicos y especiales.







Hablando de cocina, dicho rincón también presenta sus sorpresas. El gran Bruno Lombán, artífice de una maravillosa obra, llegó por casualidad a este mundo tan azaroso. Decidió abandonar la tradicional universidad para dirigir sus ideas innovadoras a la gastronomía. Gracias por esa decisión, Bruno. Más de un restaurante de Oviedo gozó de tu sapiencia culinaria y ahora eres el dueño de las fantasías de Quince Nudos. Lugar este donde los guiños marineros son innumerables, primando el color blanco, que crea una sensación de capitán de barco sobre las delicadas olas del mar.








Y sin más dilación, centrémonos en el disfrute de los diferentes platos degustados. Comenzamos con unos entrantes vanguardistas cortesía de la casa. Por un lado, un fresco y sabroso salmorejo y por otro, un crujiente pan de gambas acompañado de un exquisito boquerón ahumado y una delicada crema de calabaza. Buen inicio.



Una vez saboreados dichos entrantes, nos adentramos propiamente en un sofisticado menú, que atendía a la denominación de clásico. Comenzamos con unas cremosas croquetas de pitu Caleya. Para el que no lo sepa, cuando hablamos de pitu Caleya nos estamos refiriendo al gallo de corral de la zona. Fue un auténtico privilegio ser partícipes de dicho plato, no ya solo por el sabor, sino porque me hizo recordar a mi infancia en las que tenía el placer de degustar tales croquetas de pollo. Lástima que en la actualidad el jamón y el bacalao le hayan ganado la partida con suma autoridad.




Más. Un plato innovador: gratinado de berenjena con centollo guisado y langostinos al cremoso suave de Teyedu. Ejemplo claro de la fusión mar y tierra y siempre atendiendo a los productos del entorno, que es una de las máximas de Bruno. Mención especial al Teyedu, que es un tipo de queso azul, que cuenta con la Denominación de Origen Protegida "Queso Cabrales". Fantástico y con un maridaje perfecto con la berenjena.



Finalmente, la especialidad de la casa. A casa de Bruno llegan desde la Albufera los mejores arroces cultivados artesanalmente y a continuación él no deja de experimentar y crear. Nosotros optamos por rendir pleitesía a un arroz meloso de chipirones y ahumado de Pría. Arroz espectacular, chipirones con una carne tersa y sabrosa, y cómo no el toque del queso, donde en Asturias es dogma de fe. En este caso un queso ahumado de Pría suave para no enmascarar el sabor del arroz. Buena elección.




Y por último, el momento de los golosos: brioche caramelizado a la canela y cardamomo. Podríamos decir que se trataba de una torrija, pero con una sutileza en su sabor y textura que la transformaba en un verdadero bocado de ángel. Insuperable.



Y no era el final, no, dado que con el café y las infusiones hubo un nuevo guiño para los comensales, al ofrecernos gentilmente unas rocas de chocolate con leche y chocolate negro, típicos dulces de la preciosa villa costera.

Mar, montaña, playa y estupenda gastronomía ¿Dónde? En Quince Nudos. Les aseguro que no les defraudará.



Última visita: 14/05/17


Calle Avelina Cerra, 6 
33560 Ribadesella, Asturias


984 11 20 73

miércoles, 10 de mayo de 2017

Arroz, por favor

El entorno que visitamos hoy es verdaderamente mágico. El conocer el Delta del Ebro le crea a uno una sensación de paz, espiritualidad y tranquilidad, que acompañado de sus productos gastronómicos de notabilísima calidad, provocan las ganas de repetir una y otra vez. En concreto, nos acercamos a la pequeña población de Sant Jaume d'Enveja situado en la provincia de Tarragona para poder conocer el restaurante Racó del Riu, donde la cantidad de arroces que se pueden degustar es inimaginable.





Les aconsejo que si la climatología lo permite, opten por saborear las múltiples especialidades que proponen en su espaciosa y cómoda terraza donde las vistas al Ebro junto al Embarcadero son inolvidables. En caso contrario, la otra posibilidad sería un gran comedor interior de doble altura, si bien en mi opinión desmerece un poco, ya que se trata de un espacio correcto y clásico, nada que se salga de lo normal.







Mientras llegaba la comanda nos convidaron con unas aceitunas de la tierra, como no podía ser de otra manera, una vez comprobados el sinfín de olivos bellísimos que rodean el trayecto previo al restaurante. Luego sí, ya petición personal, degustamos otro producto de obligatoria degustación, como es el caso de la anguila ahumada. Con todo, no fue la mejor elección, pues diríamos que difícilmente cumplió el expediente. Agua.











El siguiente entrante, de la misma manera, del mismo entorno y del mismo hábitat: calamares fritos. Lamentablemente, igualmente, se repitió el que no se colmaran nuestras expectativas, dado que quizás entendíamos, que al tratarse de calamar frito iba a ser elaborado de otro modo (entiéndase encebollado), cuando realmente lo que único que catamos fue un exceso de rebozado. Segunda agua de la jornada.











A la tercera, la vencida. Cierto es que jugábamos con un valor seguro. Nos habíamos guardado un as debajo de la manga, que no nos podía fallar: el arroz. Y afortunadamente así fue. Era una auténtica paella de las que quedan en el recuerdo, con un arroz jugoso, suelto y en su punto, acompañado de una excelente escolta: cigalas, langostinos, mejillones, almejas, rape y calamares. El mejor ejército disponible para atacar los paladares más exigentes. Éxito completo. Y como testimonio gráfico de dicho triunfo gastronómico, les dejo como quedó la paellera tras el abordaje previo en aras de saciar nuestro apetito.







Y finalmente, un pequeño postre para digerir semejante ingesta de arroz, que quizás fuera un poco desproporcionada para la capacidad media por comensal. No obstante, nosotros dimos buena cuenta de ella y los distintos sorbetes pusieron nuestra lenta y pesada digestión a trabajar. Tres variedades, todas ellas exquisitas, caseras y realmente naturales: piña, mandarina y manzana verde. Inmejorable.







Por todo ello, les sugiero un plan. Un paseo por el Delta del Ebro y un buen arroz ¿Alguien da más?


Última visita: 28/04/17

Ver ubicación Latitud: 40° 42' 40.7" Norte Longitud: 0° 43' 01.7" Este

Av. de l'Ebre, 162
43877, Sant Jaume d'Enveja (Tarragona)


977 468 378