martes, 29 de marzo de 2016

El misterio del 5 gastronómico

Hoy van a disfrutar de las delicias de un lugar de reciente apertura, que no es otro que el innovador The Bost, ubicado en la apacible y tranquila capital vitoriana. Un restaurante bilingüe podríamos decir. El cinco (bost en euskera e incluso, ¿por qué no un guiño a the boss?) es su máxima, dado que se ubica en la calle Florida número 5. No obstante, la importancia de dicha cifra numérica no se remite sólo a lo ya citado; en multitud de platos se ofrece la posibilidad de deleitarse con un bosteko, que no es otra cosa que fuentes de 5 raciones pensadas para compartir y degustar en buena compañía.






Mención especial merece detenernos en el equipo que regenta The Bost. Ellos son nada más y nada menos quienes lideraron un lugar emblemático de la gastronomía gasteiztarra, como es El Portalón. Son tres hermanos de mucho pedigrí gastronómico: Jon, Xabier e Igor Santxotena. Mientras Xabier domina los fogones a la perfección, Jon es la amabilidad personificada en la sala, por lo que el Premio Euskadi de Gastronomía al Mejor Director de Sala que recibió en el año 2014 es más que merecido. Junto a ellos Iker Ortiz de Zárate y Lucía Galán, forman el quinteto ideal, como no podía ser de otra manera, en un lugar donde el 5 es pura magia.





Por último, antes de entrar en materia, conviene adelantarles el tipo de cocina que allí van a encontrar. Cocina tradicional con ciertos toques vanguardistas, donde la oferta es amplísima: platos, raciones para compartir y picoteo más informal. Y como rúbrica, los espacios; 2, en concreto, y ambos con una decoración muy cálida y acogedora. Uno, amplio con capacidad para 80 comensales (The Big Bost), ideal para grupos numerosos y comidas más sosegadas, donde uno incluso puede poner punto final a su fantástica degustación gastronómica con una copa en la barra que se encuentra en el propio comedor. Otro, más tradicional y más íntimo en el que tienen cabida 40 amantes del buen comer (Bost Txiki) y de las buenas conversaciones.






Y ahora ya a lo nuestro. Optamos por degustar 3 entrantes, con el fin de que nuestro abanico de sabores fuera lo más extenso posible. Comenzamos con un clásico, que lo bordaron: sus croquetas caseras de jamón o queso Idiazabal acompañadas de jamón ibérico. Todo soberbio. Tanto la bechamel como sus ingredientes.






A continuación, un entrante muy recomendado previamente, y tras probarlo uno entendía el porqué: ensalada de bogavante. Desde luego que lo primordial de dicho plato es que la materia prima sea de calidad, y The Bost no nos defraudó. Nos ofrecieron marisco del auténtico. Gracias.






Y por último, otro clásico de nuestras cocinas: huevos rotos con patatas y morcilla de arroz. Muy buena patata (algo que no sorprende, considerando en la zona geográfica en la que nos hallamos), huevos en su punto y una morcilla exquisita. Por tanto, plato de nota, una vez más.










Por lo que respecta a los segundos platos, para no romper ese clasicismo gastronómico en el que nos movimos en dicha jornada, carne y pescado. Por un lado, el rey de la carne: solomillo de ternera con su guarnición. Carne suave y delicada, con un buen acompañamiento y una salsa muy acertada. Perfecto, una vez más.










Y el pescado, seguro que ya lo han adivinado. Sí, señor, ese mismo: merluza de anzuelo rebozada. ¡¡Y vaya que era de anzuelo!! Fresca a más no poder; del mar al plato directamente. Al igual que el solomillo también muy bien acompañada. Mis más sinceras felicitaciones.






Finalmente, en los postres sí que dimos el do de pecho. A falta de uno, cuatro. Primero, un postre que tiene su propia historia: el Ramonísimo. Siempre ha sido el símbolo del reputado Portalón. Fue creado en el kilómetro 333 de la N-1; nata, helado de vainilla, descafeinado líquido, whisky, unas gotas de licor Karpi y almendra salada son su fundamento.






Más. Continuemos con los clásicos: leche frita con helado de chocolate blanco. Nada que objetar. El mismo sabor de hace 50 años. Y es que lo invariable y lo que perdura, en muchísimos casos es sinónimo de éxito rotundo.






Vayamos con el tercer postre. Quizás fue lo menos acertado de los diferentes y abundantes platos que degustamos. Pantxineta con crema pastelera, helado y chocolate. Por si no lo saben, se trata de un típico postre vasco, el cual consiste en una masa de hojaldre con almendras y relleno de crema y decorado con azúcar glasé. No obstante, un servidor las ha saboreado de mayor calidad, pudiendo ser debido a que en la zona de Guipúzcoa-Francia son maestros en la elaboración de dicho postre.










Y por fin, llegamos al final con un postre digestivo, como mandarían los cánones: un fresquísimo sorbete de manzana verde. Un buen broche ¿no les parece?












Si son 5, ya tienen el lugar perfecto para disfrutar de un auténtico homenaje gastronómico. Hablando en serio, el número no importa; sólo la calidad, y en este caso, hay para dar y regalar.


Última visita: 18/03/16

C/ La Florida, 5 
01005 Vitoria-Gasteiz

945 131 248

miércoles, 9 de marzo de 2016

Pescado y marisco a precio muy competitivo

Hoy visitamos una de la villas más bellas de la costa marinera. Estamos hablando del pequeño pueblo de Getaria (Gipuzkoa), municipio volcado al mar y donde el aroma cautivador del pescado a la brasa es una constante, gracias al sinfín de parrillas que rodean a dicho pueblo pescador lleno de carisma. Y allí, ¿qué nos encontramos? Nada más y nada menos que el Asador Astillero. Su ubicación es inmejorable: se encuentra en el propio puerto de Getaria, con unas inmejorables vistas a la bahía. El poder disfrutar de la fuerza del mar junto al ratón de Getaria, ya se trata de por sí sola toda una experiencia inolvidable.







Ya una vez ubicados en el propio restaurante, inmediatamente percibimos que el trato va a ser de muy cercano, familiar, inmejorable. Su decoración también lo certifica: un lugar sencillo situado en el segundo piso de una casa antigua y sin estridencias (quizás el espacio se aprovecha en demasía), con mesas de madera adornadas con manteles de cuadros y biombos de los de toda la vida, pero a la vez coqueto. Muy recomendable tener la posibilidad de saborear todos los manjares que se nos ofrecen en la terraza del local (siempre bajo reserva previa).






¿Y cuál es el secreto de su éxito? Sin duda alguna, el que se trata de una cocina tradicional vasca, que se basa en los pescados y mariscos más frescos que ofrece el mar que tienen a sus pies. Algo que lo sabe muy bien su propietaria Antonia Iribar. Lo fundamental en la cocina es la calidad y frescura de la materia prima, que es lo que permite diferenciar de un buen plato a un mal plato. Y todo lo que ofrecen se acoge a dicha máxima de la calidad: el txangurro, los txipirones (tanto en su tinta, como a lo pelayo), las anchoas y pescados como el rape y la merluza. Capítulo aparte merecen los que en mi opinión son sus tres grandes creaciones: las kokotxas a la parrilla, los enormes rodaballos y las reinas del lugar, que no son otras que las cigalas a la plancha.







Y lo mejor, para el final. Como ya les anticipé el precio es realmente atractivo. Pocos restaurantes ofrecen una calidad-precio semejante. Si no se fían, visiten Astillero, compruébenlo y me lo comentan. Seguro que no estoy equivocado.



Web del restaurante (Por el momento, no disponible)
Ver ubicación




Portua, 1
Getaria, Guipúzcoa 20808



943 140 412