martes, 21 de marzo de 2017

Camino hacia la excelencia gastronómica

Hoy visitamos un lugar de los que con el tiempo siempre son recordados. Se trata del restaurante Arbidel ubicado en Ribadesella en la provincia de Asturias. Al mando Jaime Uz, dueño de una merecidísima estrella Michelín, que ha sabido crear una cocina plena de imaginación a partir de los mejores productos tradicionales asturianos. Y el nombre del local también tiene magia, dado que significa camino de piedras. Jaime ha sabido rodear todas ellas y convertir un auténtico sueño en realidad.







En cuanto al lugar, sorprende encontrarse un espacio tan coqueto en pleno centro de Ribadesella. Terraza acogedora y un comedor interior no muy espacioso, pero muy bien aprovechado y decorado con mucho gusto. A destacar la separación de las mesas, detalle que muchas veces se olvida, y que es un elemento indispensable para que el gozo gastronómico acabe siendo precisamente eso, un gozo. A diferencia del espacio, la carta es bastante amplia y además ofrece la posibilidad de degustar dos menús degustación: "Atalaya 2017" y el Gran menú de Jaime Uz. Nosotros optamos por el primero.








El inicio fue espectacular. Unos snacks y aperitivos muy variados y llenos de magia y siempre teniendo presente la rica y abundante materia prima de la tierra asturiana. Bollos preñados (rellenos) con queso, tortos (tortas asturianas elaboradas con harina de maíz), crema de boletus acompañada de la exquisita almendra asturiana y una especie de pan japonés con brandada de bacalao. Todos los sentidos al poder. Los colores y los sabores bailan al son del ritmo que marca Jaime. Soberbio.







Después llegaron los entrantes, que afortunadamente, mantuvieron el nivel. Para empezar anguila ahumada y trufa, pilpil de coliflor y ajonegro a modo de ajoblanco. Se trataba de ir troceando la anguila para poder ir mezclándola con los diferentes sabores, con lo que el paladar convertía todos sus deseos y tentaciones gastronómicas en algo real. Magnífico.






Continuemos. Meloso de centollo, callos de bacalao y papada ibérica, acompañados de jalapeño y cítricos y las espectaculares verdinas de la tierra. Un plato marinero que homenajeaba al popular ceviche y nos hacía creer que estábamos degustando los típicos callos asturianos. Antología del trampantojo.






Más magia: su versión de un arroz marinero. El color verde de Asturias en el plato. Jaime no sólo se surte de productos cercanos, sino que en este caso viaja al lejano Oriente para proveerse de un alga muy sabrosa, que le otorga ese color especial al arroz. Además los berberechos maridaban muy bien. Bravo.







Momento del pescado y en esta ocasión con la madre del mar: merluza romana especial. Especial, puesto que el rebozado nos hace regresar nuevamente a Japón, imperio gastronómico. Jaime en su afán por satisfacer a los paladares más exigentes, no se conforma con un simple rebozado; él lo sustituye por una equivalente a una tempura, que en ningún momento oscurece el sabor de un pescado que destacó por estar tremendamente fresco.



Por supuesto, tampoco faltó la carne. "Joselito" Pibil, vermut de manzana, cuitlacoche, habanero y guacamole. Una especie de carrillera jugosa y tierna que se deshacía en la boca, acompañada de una especie de hongos, que acababa de digerirse saboreando un pequeño vermut imaginario. Sofisticado e ilusorio.






La fiesta finalizó con dos postres. Por un lado, cremoso de chicle y naranja, jengibre, cilantro, choco especiado y crujiente. Uno volvía a tener la sensación de que algo irreal estaba ocurriendo ¿Era un chicle aquello? Fuera lo que fuese, la combinación de sabores salados y dulces sólo estaba al alcance de un verdadero maestro.





El segundo postre, igual de imaginativo: esponjoso de Taramundi, miel y guirlache de nuez, nieve de remolacha y romero helado. Acabó la fiesta con un homenaje a la tierra..  Queso de la zona más occidental asturiana, la inigualable miel de la provincia y  las mejores nueces del país, que están en esta tierra. Todo ello acompañado de un fino helado para aligerar todo ello.





Y con los cafés, como es menester en lugares de esta calidad, cortesía de la casa, se nos obsequió con varios dulces. En concreto, unas exquisitas trufas y unas galletas de almendra.






Pura magia gastronómica es Arbidel. Por eso, y si creen en la magia, Jaime el mago les está esperando.


Última visita: 17/03/17

Ver ubicación Latitud: 43° 46' 10.97" Norte Longitud: -5° 05' 98.78" Oeste

Calle Oscura, 1
33560, Ribadesella



985 86 14 40

jueves, 2 de marzo de 2017

Monarquía gastronómica

Hoy nos vamos de hotel. Si siempre se ha impulsado desde este modesto blog la idea de que si queremos ser partícipes de deliciosos manjares, un hotel no es el punto de origen idóneo, en esta oportunidad sí que se cumplieron nuestras expectativas sobradamente. La excepción confirma la regla. Visitamos uno de los hoteles más lujosos y románticos en pleno centro de la cada vez más bella villa de Bilbao. En concreto, estamos hablando del hotel Carlton. Clasicismo, elegancia y romanticismo se fusionan en dicho espacio diáfano, cautivador y relajante.









Y en estos lugares, prestos para los sueños más mágicos, la comida que allí se ofrece es realmente de alta calidad y variada. Sin abandonar en ningún momento la extensa cocina tradicional vasca y sin perder su esencia, el Carlton también se atreve y anima a adentrarse en aventuras más arriesgadas, ofreciéndonos de este modo platos más vanguardistas, con el fin de poder satisfacer al más amplio abanico de clientela. Enhorabuena. Esa es una de sus virtudes y motivos de éxito continuo, convirtiéndose en una referencia culinaria de la ciudad.











Centrándonos en el aspecto meramente culinario, señalar que optamos por un menú ligero, pero completo al mismo tiempo. Dos entrantes y un plato principal, además, por supuesto, de postre. El primero de ellos, espectacular: crema de faisán con piñones tostados y daditos de foie. Sorprendente por su sabor penetrante. Un plato con naturaleza palaciega, pero que el Carlton lo hace llegar a nuestras mesas con aires renovados.














Sigamos. Ensalada de abacanto al vapor con sus salsas naturales. Abacanto o más conocido como bogavante es un marisco delicado capaz de juguetear con los paladares más exigentes. Y en esta casa consiguen que el juego acabe con victoria, dado que con esta pieza además de sentirse cómodos, siempre la han sabido dominar a la perfección. Les invito, si visitan el lugar, que no dejan de probarlo. Es su plato fetiche.












Y para acabar, otra de las especialidades de la casa, y sin duda, puedan sacar pecho sin sonrojarse: solomillo a la broche con compota de manzana reineta, hongos salteados y crema fina de coliflor. La otra gran especialidad del Carlton y doy fe de ello. Corte, textura y punto de la carne, perfectos. De la misma manera, los acompañamientos que se escogen son acertadísimos. El contraste dulce de la manzana con los sabores intensos de los hongos y la carne digno de los mejores maestros, con la guinda de una delicadísima crema de coliflor. Bravo.













El dulce final también estuvo a la altura: milhojas de crema de almendra y helado de mandarina y salsa de chocolate caliente. Escándalo goloso podríamos decir. Un hojaldre inigualable, cuyo dulzor estuvo muy bien reducido con el toque sutil amargo del helado de mandarina. Espectacular.











Si quieren soñar sin cerrar los ojos, mientras degustan seductores y fascinantes sabores, el hotel Carlton es su lugar.


P.D. Una nueva encuesta les espera. Anímense a votar.


Última visita: 25/02/17

Ver ubicación Latitud: 43° 26' 25.55" Norte Longitud: -2° 93' 48.98" Oeste

Plaza Federico Moyúa, 2
48009, Bilbao


914 416 22 00