martes, 19 de marzo de 2024

¿Gastronomía y lectura?

En el día de hoy regresamos a la cuna del buen comer y un lugar con un encanto mágico, que no es otro, que una de las joyas más preciadas del Cantábrico: nuestra siempre admirada la Bella Easo. En esta ocasión optamos por conocer un nuevo rincón gastronómico, cuya denominación evoca también otro placer tan embriagador como es la lectura: Cortázar. Dicho restaurante forma parte de un grupo Garrancho, el cual está más que consolidado, con una oferta culinaria realmente variada, gracias al buen hacer de los hermanos David y Carlos, que unieron sus carreras a partir de 2014, para tratar de convertirse en referentes de la restauración.





En cuanto a la ubicación y la decoración, todo adjetivo positivo tiene cabida, sin lugar a duda. Se halla en pleno centro de Donosti, a escasos metros de la catedral del Buen Pastor, cuya belleza es innegable, incluso para el más agnóstico donde los haya. A su vez, el diseño es un derroche visual, donde la gama de colores es amplísima, pero bien escogida. Las mesas y los asientos son, igualmente, muy vistosos, si bien, quizás, un poco bajos. Otro pero, aunque el mejor escribano echa un borrón, es el exceso de aprovechamiento del espacio. No obstante, todo se compensa sobradamente, con las librerías presentes en todo momento. ¿Guiño a Cortázar? Ustedes lectores, seguro que me sacan de este mar de dudas.






Llega el momento de describirles lo allí degustado. Optamos por uno de los muchos menús que ofrece el local. En esta ocasión constaba de tres entrantes al centro para compartir y un plato principal. Comenzamos con una ensaladilla del Cantábrico, con atún rojo Balfegó y pan carasau. La ensaladilla, correcta, pero mención especial para el atún, dado que se trata de un tipo de atún rojo salvaje que es capturado y posteriormente alimentado exclusivamente de pescado, que lo gestiona Balfegó, una casa de conocido prestigio en estas lides.







Continuemos con el segundo entrante: paleta de jamón ibérico de bellota D.O. Guijuelo con pan tumaca. Un clásico de nuestra vasta cocina, pero donde el valor de la calidad del producto adquiere, si cabe, importancia máxima. En este caso se cumplieron sobradamente las expectativas. Bravo.










Y para finalizar con los entrantes, un plato más atrevido, con ligero acercamiento a la gastronomía asiática: langostinos tigre rebozados con repollo, salsa kimchi y encurtidos. Por cierto, la salsa, de origen coreano, estaba exquisita con su toque picante, gracias a ingredientes como el jengibre y el chile. No debemos obviar, asimismo, el repollo, el cual maridaba perfectamente con el marisco. No siempre hay que crear ideas originales, si ya existen ideas magníficas creadas. Esa es mi filosofía.










Vayamos con el plato principal, si bien un servidor tuvo el deleite de saborear dos al precio de uno. Primero, merluza en salsa verde con salteado de edamame y gambón. Nuevo guiño a la cocina asiática. En este caso atendieron a la cocina nipona, al ofrecernos como acompañamiento, el tan en boga snack edamame, pequeñas vainas de soja poco maduras. La merluza rica y la salsa bien espesada.













Y, para terminar, como mandan los cánones, un poco de carne: picaña de ternera a baja temperatura con parmentier de zanahoria y patata primor. Momento de insinuarse a la cocina brasileña. Es su carne fetiche, con su corte peculiar y siempre en la parte trasera de la res. Nada que objetar. La carne muy sabrosa y el acompañamiento el ideal.






¿Dejamos un lugar para el momento más dulce de cualquier evento gastronómico? Pues les presento, sin más dilación, a la torrija caramelizada con helado de avellana y plátanos al ron. Quizás, porque quien les escribe llegó un tanto saciado al desenlace, le quedó la sensación de que la ración rayaba el exceso. Los más hambrientos seguro que dieron buena cuenta de ello.





La bella Donosti siempre merece una visita, y aun más, si es por una noble causa, como el buen yantar. Háganme caso.



Última visita: 16/03/24


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Hondarribia kalea, 20
20005 Donostia, Gipuzkoa
943 42 41 69

viernes, 8 de marzo de 2024

El mejor restaurante de Avilés

Continuamos sin abandonar la bella Asturias y seguimos en el mismo municipio de Avilés. Eso sí, cambia mucho el lugar escogido, con una diferencia de calidad abismal. Visitamos, sin ningún género de dudas, el que considero el mejor restaurante de dicha población: El Pandora. Lugar, que vaya cómo ha evolucionado con el tiempo. Pasó de ser una cafetería familiar a un restaurante, una vez que su hijo, Alejandro Villa, se puso al frente de la cocina tras años de formación en grandes restaurantes, lo que le ha permitido convertirse en un más que reconocido chef de la zona.






La ubicación del lugar es envidiable, dado que se encuentra en pleno centro de la ciudad. Nada más entrar al local uno tiene la sensación de que la decoración es un tanto vintage. No obstante, dicha impresión desaparece de inmediato, una vez tomamos asiento. Todo está cuidado al mínimo detalle: mantelería, flores, cubertería, copas y vasos, y mención especial para la vajilla. De las más impresionantes que he podido disfrutar en restaurante alguno. Por su parte, las sillas elegantes y modernas, así como, las mesas amplísimas y muy separadas.







En esta ocasión fueron dos entrantes y un plato principal, conocedores del tamaño de las raciones que se estilan en Asturias. Para comenzar el homenaje, un clásico de la tierra: fritos de pixín negro con trufa negra. En Asturias el rape siempre será pixín, y saben, es en el único lugar donde puede disfrutar del lujo de saborear un rape rebozado. Ya lo saben...








Continuemos con el segundo entrante. Pura magia gastronómica, igualmente. Canelón de centolla gratinado con Idiazabal y pesto a la genovesa. Una pasta casera con una textura insuperable con un relleno, que no le iba a la zaga, en absoluto. Puedo decirles que se trata del canelón más exquisito catado por un servidor.








Momento del plato principal: tartar de atún rojo con trufa, huevos y patatas. La imagen de dicho plato en la mesa era auténtico jolgorio visual ¡Qué sinfonía de colores! Un servidor no osaba a romper los distintos elementos que componían ese perfecto conjunto cromático. Sin embargo, lo tuvimos que hacer para lograr que todos los sabores maridaran a su máximo nivel. Les aseguro que mereció la pena, y mucho. Otro plato para los anales gastronómicos.







Los postres, del mismo modo, saciaron nuestros sentidos del olfato, gusto y vista. Por un lado, un flan casero con chantilly y helado de caramelo. Si Asturias es la catedral del arroz con leche, en lo que se refiere al flan, no se suele quedar atrás. Y este, en concreto, superó la media asturiana, lo que quiere decir que como se diría en Asturias, "prestome por la vida".









Y para terminar el festín, otro dulce de categoría suprema: milhojas de crema con helado de café. Un hojaldre crujiente sensacional, acompañado de un notable helado. Por cierto, como podrán comprobar ustedes mismos, la ración mas que generosa, una vez más. Excelente final de fiesta, sin duda.








Si en una escapada al paraíso natural de Asturias, tienen ocasión de visitar Avilés, no duden en hacer una parada gastronómica en El Pandora. Acertarán seguro.


Última visita: 24/02/24


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San Bernardo, 6
33402 Avilés, Asturias
985 56 94 60