miércoles, 9 de diciembre de 2015

Éxito generación tras generación

Tierra recia, bella y amable nos espera hoy; tierra asturiana, donde el comer es siempre una obligación placentera. Placer gastronómico que saboreamos en el conocido y emblemático barrio de Somió en la villa costera de Gijón en el restaurante La Pondala. Una casa esta con una vasta con historia, pues abrió sus puertas en 1891 y está llevada ya por la 4ª generación familiar. De este modo, el restaurante La Pondala ha sido un privilegiado testigo de la historia social y gastronómica de Gijón, de los últimos 120 años. Este restaurante centenario nació cuando María González, conocida por "La Pondala" a causa de su matrimonio con José Pondal, trasladó "Casa Serafa", primer restaurante por ella regentado en la vecina Villamanín, hasta esta casona de piedra y patio ajardinado.






Sobre su gastronomía destacar principalmente que son fieles seguidores de la rica y extensa gastronomía asturiana, donde siempre se apuesta por la calidad de las materias primas y se seleccionan los mejores productos de temporada, elaborados mediante recetas tradicionales muy acordes con los gustos de toda la vida. Disfrute gastronómico que aún será mayor, si tienen la suerte de gozar de un día primaveral y poder comer en la terraza, la cual es una de las grandes atracciones del restaurante, dado que dispone de un patio ajardinado espectacular.








Comenzamos nuestro festival gastronómico con uno de los platos recomendados; sencillo, pero que si se elabora con magia, puede convertirse en una verdadera obra gastronómica: croquetas de jamón. Y es cierto, lo bordaron. La fritura, en su punto; jamón de calidad, que es lo que se exige en estos casos; y, una bechamel finísima.





A continuación, el plato clásico, estrella y de obligada demanda de la cocina asturiana: fabada asturiana con un gran compango (chorizo, morcilla, tocino y lacón). Fabes extraordinarias, cuya piel en ningún momento se  deshacía (es la principal característica de la alubia asturiana, sin duda). Por cierto, la ración más que generosa, algo propio de la gastronomía de esta región.






Después de una notoria fabada, ambos comensales nos decantamos por el pescado, con el fin de no poner en serios aprietos a nuestro sistema digestivo. En primer lugar, una muy meritoria merluza en salsa verde con almejas. Nada que objetar. Todos los productos de calidad y bien elaborados.





En segundo lugar, otro gran pescado: besugo a la espalda, acompañado de verduritas y patatas cocidas. Quizás resultó un tanto seco, dado que este tipo de pescados ganan mucho cuando se elaboran a la parrilla y en ese momento el artista le añade su salsa mágica. Desgraciadamente no fue en esta ocasión.







Vayamos con los postres. 2 postres caseros y los dos con buena nota; una especie de coulant de chocolate con helado de avellana, que era digestivo, fino y cumplía más que sobradamente las expectativas.





Por su parte, el postre que a priori parecía más tradicional, fue el más innovador: fina tarta de manzana ¿Quién iba a esperar encontrarse una masa de hojaldre tan delicada? En realidad, a uno le daba la sensación de que estaba degustando una torta fina de manzana, más que una tarta. Original, realmente.





120 años de historia deben de tener su porqué. Ese es el mayor reclamo para ustedes, por lo que vayan y  compruébenlo.


Última visita: 22/11/15
Ver ubicación Latitud: 43° 32' 12.31" Norte Longitud: 5° 37' 20.47" Oeste

Avda. Dionisio Cifuentes, 58
33203 Somió-Gijón


985 36 93 46


P.D. Abrimos una nueva encuesta navideña. Anímense a votar.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La magia de Martín Berasategui continúa

Hoy visitamos un grande, y tan grande es él, que se trata del cocinero en territorio nacional con más estrellas Michelín en su haber, manteniendo su gran cifra de 7. Ese no es otro que nuestro querido Martín Berasategui. Esta vez no visitaremos su establecimiento fetiche en Lasarte, sino el restaurante M.B. situado en la ocre silueta del Hotel The Ritz-Carlton Abama, en la localidad tinerfeña de Guía de Isora (Tenerife). Y Martín sí que ha sabido dejar el proyecto en muy buenas manos, pues quien dirige la cocina es el joven getxotarra Erlantz Gorostiza, el cual con su buen hacer e inmejorablemente asesorado ha obtenido ya su segunda estrella Michelín.






Y cuando decimos bien asesorado, es porque el sabio Martín propone una cocina un tanto diferente a la de Lasarte, algo lógico por otra parte. La filosofía, entorno y geografía de un lugar condiciona enormemente la cocina, sin lugar a dudas. No obstante, no se preocupen los amantes de lo novedoso, porque la creatividad e innovación no la abandonan ambos chefs en ningún momento. Por cierto, y el lugar escogido también un verdadero acierto; como ya hemos comentado, se encuentra en Guía de Isora y con espectaculares vistas a la isla de la Gomera, asemejándose dicho hotel a una ciudadela árabe y cuyo edificio dispone de diferentes alturas distribuido entre piscinas, cascadas y una abundante vegetación subtropical. En resumen, una maravilla.





 
En cuanto a la comida, lo que sí que van a poder apreciar con claridad es que en este lugar son verdaderos enamorados de los aperitivos con clase. El primero, una cuchara, la cual representaba a su vez media botella, de golosinas sobre un melón infusionado en vodka. Bebíamos y saboreamos al mismo tiempo con el juego cuchara-botella. Fantástico.




Más aperitivos. Un homenaje a la gastronomía gaditana: tortillita de camarones. El secreto de este plato es sencillo, pero complicado al mismo tiempo. La masa óptima, y como dicen los salerosos gaditanos, eso se logra cuando dicha masa obtiene una textura parecida a la de un yogur cuando lo movemos con una cuchara. Esta vez lo lograron. De verdad.




Continuemos con esos grandes aperitivos ¿Qué les parece un clásico aperitivo como las diferentes salsas y mantequilla con pan? Como pueden imaginar en este caso todo era más visual y mágico. Había todo tipo de salsas (no podía faltar la salsa mojo), aceites diversos y sales de infinidad de países. Y las láminas de pan una delicia sin fin para el paladar.









Llegamos ya al último entrante y principal, que constaba de multitud de mini-aperitivos: deliciosa copa contraste de bechamel con campari en el fondo, tortillita de patatas prácticamente deconstruida, finísimo buñuelo de bacalao, tartaleta de salmón marinado, conos crujientes de tartar de carne... Gran festival.


Y aunque parezca mentira, después de todo esto es cuando comenzaba nuestro reto gastronómico ¿Podríamos con todo ello? Pues sí, pudimos y bien podido. El inicio no se prestaba a error, dado que es un plato que Martín domina sobradamente: milhojas caramelizado de anguila ahumada, foie-gras, cebolleta y manzana verde. El arte de combinar el dulce con el salado. Les recomiendo vivamente que lo degusten. Puede que se encuentre entre los 10 mejores platos del mundo.



Tampoco nos pudimos resistir a otro de sus grandes clásicos: ravioli de pasta fresca rellenos de trufa, jugo emulsionado de hongos y láminas de trufa blanca. Otra joyita para la vista y para el paladar, a lo que se añadió el placer de poder de disfrutar del intenso sabor de la trufa blanca.





A continuación una delicia de pescado: taco de lubina reposado sobre una salsa marinera de percebes, brochazo de pesto de cilantro, calabacines, nueces y crujiente de yema de huevo. Platos de los que se puede catalogar como completo. Variedad de ingredientes, que bien complementados, consiguen una armonía gastronómica afinada.




Por último, llegó sin prisa, pero sin pausa, el momento de la carne. Solomillo "Luismi" sobre terrina, puré cremoso de patata y salsa perigueux. La carne sabrosa, poco hecha, acompañada de un puré que aligeraba realmente el plato. Y ese guiño a la cocina francesa con esa salsa, un buen detalle.





Por lo que respecta a los postres, al igual que en el caso de los entrantes, gran variedad y exquisita. Primeramente, se nos ofreció, gentileza de la casa, un helado cremoso acompañado de galleta, para ir digiriendo y preparando nuestros estómagos para los dos posteriores grandes postres.





Comencemos con el postre estrella de la velada: soufflé de chocolate con crema helada de caramelo, espaguetis de arroz con leche y su canela en rama. Postre de los que yo considero de llorar; de lágrimas de gozo y deleite; de los inolvidables para siempre. No había elemento que brillara más que otro, y eso que todos merecían el 10. En definitiva, postre histórico.




Y ahora las nuevas bondades gratuitas de la casa: Por un lado, una especie de esponja de chocolate sobre bizcocho de avellana. Quizás, en mi opinión un postre un tanto pesado, para hallarnos prácticamente en las postrimerías del homenaje gastronómico. No obstante, fue un gesto del restaurante, que no podemos despreciar.










Por fin, el desenlace de esta novela gastronómica. Y no se asusten, porque acabó igual de bien de lo que empezó. Espectacular torre con un surtido de dulces mini, cuya ingesta finalizaba con un chupito de frutos del bosque. Entre dichos dulces, multitud a destacar: magdalenas, bombas de chocolate, macarons, pastas, trufas...







M.B. una nueva experiencia con Martín Berasategui, y como siempre, sinónimo de éxito gastronómico.

Última visita: 14/11/15

Carretera General, TF-47, km 9
Guía de Isora, Tenerife 38687 


922 126 000