jueves, 30 de mayo de 2013

Cúmulo de despropósitos gastronómicos

Hoy continuamos nuestro periplo gastronómico sin abandonar la bella Donosti, puesto que es tan inmensa su oferta culinaria y de calidad, que la parada requiere sosiego y tranquilidad ¿Y a dónde vamos? Pues al corazón de la ciudad; a la parte vieja, y en concreto, al Aita Mari. Lo mejor, desde luego, y sin lugar a dudas, sus vistas tanto a la bahía y al mar, como al puerto. El resto, podríamos catalogarlo de situación límite. Es cierto que el que esté situado en el marco incomparable de la Parte Vieja donostiarra, junto al Puerto Deportivo y Pesquero y a 100 metros de la Bahía de La Concha, cuyas vistas se pueden disfrutar desde su magnífico comedor le otorgan un plus, pero falla en lo principal, que es lo que nos ocupa y preocupa.








Se promete una cocina tradicional vasca con guiños a la nueva cocina vasca, y no se consigue ni lo uno ni lo otro. Es una verdadera lástima que se desaproveche un marco incomparable de tal calibre. La verdad que hablar de cocina imaginativa en este caso se trata de un calificativo que no se merece. O quizás lo de imaginativo se debe a la imaginación que debe aportar el comensal, si quiere degustar algo que realmente valga la pena. Y por si todo ello no fuera poco, la decoración igualmente deja una sensación agridulce. A uno le queda la duda de si es marinera, moderna, elegante...











En fin, vayamos a la "batalla". Optamos por apostar por una degustación variada. De este modo, como primeros platos escogimos  un arroz a los cuatro quesos, una pasta tagliatelle al pesto con queso Idiazabal y finalmente, el festival de verduras con virutas de jamón ibérico. Variedad, desde luego sí, pero calidad ya es otro cantar...













Si se trata de salvar a alguno de los platos, dado que todos y cada uno de ellos tendrían su merecida nominación de expulsión, quizás habría que decantarse por las verduras, las cuales aportaban algo novedoso, cuando menos, y su diseño era atractivo, colorido y original. El resto, diríamos que el calla otorga. Simplemente dos pequeñas menciones. Arroz pastoso y sin misterio y la pasta fría, fría, fría, tras una eterna y larga espera.

















¿Saben aquello de las segundas partes nunca fueron buenas? Pues lamentablemente algo similar ocurrió con los segundos platos. Sin intención de mortificarme y flagelarme me atrevo a comenzar con el peor de todos ellos: los chipirones en su tinta con arroz blanco. Teniendo el mar bajo nuestra ventana y siendo Donosti cuna de dicho manjar, como lo es, aquello fue un verdadero "atentado gastronómico". De modo fino y recatado diríamos "inolvidable e infinito regusto amargo".












De los otros dos platos, poco queda que apuntar. El listón que nos dejó el plato de chipirones era tan bajo, que lo que degustamos a continuación nos pareció el manjar de los manjares. Así que, nada que objetar. 2 platos bien presentados, con buenos ingredientes y colorido vistoso: por un lado, muslo de confit de pato con salsa de uvas y puré de patatas con setas, y por otro, bacalao confitado con crema de guisantes y salteado de piquillos.
















Y para acabar, los postres, los cuales no quisieron o no pudieron romper la línea que habían marcado el resto de platos. Podríamos hablar de una resistencia imaginaria a la calidad. El primer postre, incluso rozó el delito gastronómico: tarta de la nonna. Todavía sigo preguntándome de que dulce se trataba. Fue presentado en sociedad, como un pastel vasco, a base de hojaldre y crema. Puede ser que se trate de un ejemplo de su cocina imaginativa. Cierto es que son platos que dan rienda suelta a la imaginación. Uno no deja continuamente de preguntarse lo que realmente ha ingerido.










El otro postre también provocaba engaños y despistes a los comensales, gracias una vez más a su denominación: sopa de chocolate negro con helado de fresas. Valiente eufemismo lo de sopa de chocolate; un simple helado derretido y a conquistar el mundo...










Y eso es todo amigos, porque si sigo...


Última visita: 11/05/13
    
C/Puerto, 23, Esquina Mari (junto a Portaletas)
20003 Donostia

                              

 
943 43 13 59

3 comentarios:

  1. Te has levantado hoy sanguinario, amigo. La verdad es que las cosas que sen en las fotos no invitan.
    En fin. A ver si levanta el vuelo el por lo demás simpático Aita Mari.

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    1. Así es, querido Epai. La adversa climatología parece que está teniendo una influencia negativa en mis críticas...

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  2. totalmente de acuerdo! una pena! bonita decoración en el plato...pero vayaaaa chasco!

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