miércoles, 10 de julio de 2019

Sus vistas enamoran

Una de las más bellas ciudades, que no es otra que la Bella Easo, cuna de los mejores gastrónomos, nos acoge en el día de hoy para poder degustar los mejores platos. Pero esta vez no visitamos propiamente un restaurante, lo que luego lamentablemente se percibirá en el resultado final, sino un centro de talasoterapia, que consta de un restaurante. Se trata de La Perla, donde su mayor mérito y lo que más destaca es el disfrute de la espectacular vista en primera línea de la tan carismática playa de la Concha.






Y sí, el espectáculo visual es un auténtico lujazo. Todo acristalado, creando al comensal una sensación de que mientras degusta diversos platos está surcando las olas en un barco. Enfrente le espera la isla de Santa Clara. La decoración, igualmente, invita a sentirnos capitanes mercantes, con unos colores relajantes y claros, sin abandonar en ningún momento la modernidad de las mesas y sillas y con una vajilla y cristalería muy acertada. En ese apartado nada que discutir.









El tema gastronómico resulta un poco más peliagudo. Primero, cortesía de la casa, se nos sirvió una crema de espárragos, la cual cumplió su cometido. Sin estridencias.









Vayamos con los entrantes. Para comenzar saboreamos un rulo de pato con salsa agridulce de manzana. Quizás, uno de los platos más aceptables. El pato estaba realmente sabroso y el hojaldre sin ser de los mejores que un servidor ha tenido el placer de saborear, no desentonaba en absoluto.








En cuanto al otro entrante, las dudas son mucho más fundadas: hongos confitados sobre puré de tubérculos. Primer error: el plato se sacó templado, rayando a frío. Y segundo, cuando uno ha gozado con el sabor de unos hongos frescos de temporada y le ofrecen esto, pues...








Continuemos con los pescados. Rodaballo con verduras asadas y vinagreta de champiñones. El peligro de los rodaballos de ración es evidentemente que, al compararlo con un auténtico rodaballo a la parrilla de toda una pieza, provoca unos sufrimientos culinarios, de los que uno tarda en escapar.







El otro pescado, un clásico: chipirones plancha con cebolla caramelizada. Es una de las joyas de la gastronomía vasca. Sin embargo, nuevamente no cumplió con las expectativas. Se esperaba mucho más de un plato, que es un símbolo de nuestras cocinas.







En lo que se refiere a la carne, tampoco hubo mucha novedad. El plato escogido fue entrecot con romescu y setas variadas. Correcto, sin más. La carne bien y la salsa buena acompañante, sin esconder las virtudes de la materia prima principal.














Finalmente, los postres, los cuales tampoco mostraron un alarde de cualidades en el arte culinario. Por un lado, sorbete de mandarina y vodka. Refrescante, que ya significa algo, considerando en las fechas en las que nos encontramos.













Y, por otro lado, brownie de chocolate y nueces. Decepcionante. Puede ser que un servidor sea especialmente exigente con este postre, puesto que lo ha saboreado en multitud de ocasiones, pero imponiéndose la objetividad a la subjetividad, también la nota obtenida es muy escasa. A mejorar tocan.






En conclusión, las vistas superan notablemente a la gastronomía.



Última visita: 28/06/19

Paseo de La Concha, s/n
Edificio La Perla
20007 Donostia–San Sebastián
Gipuzkoa


+34 943 46 24 84

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