lunes, 2 de marzo de 2020

Fiel a sus orígenes

En el día de hoy visitamos un lugar de los llamados generacionales. La pista de la época en la que nos centramos nos la da ya la denominación del local, Astelena 1997, si bien es cierto que los abuelos del chef que comanda el lugar ya demostraron sus enormes capacidades allá por los años 60 en otra zona no muy alejada del actual emplazamiento. Hablando de ubicación, se trata de una de las capitales de la gastronomía internacional, que no es otra que la Bella Easo. Y al frente de todo ello el televisivo Ander González, el cual cursó sus estudios en la prestigiosa escuela de cocina Luis Irizar.







La ubicación es perfecta. Local céntrico y muy cercano al río Urumea, símbolo marino de la ciudad. Y además de tener una localización perfecta, una vez en el interior descubrimos un comedor muy moderno, con mucha luz, gracias a que impera el color blanco y con un notable espacio entre las mesas. Espacio que en nuestro caso fue aún más amplio, si cabe, al disfrutar del homenaje gastronómico en uno de sus reservados disponibles rodeados de centenares de botellas. Igualmente, existen dos comedores principales, uno en la planta superior para 40 comensales y otro en la inferior con capacidad para 80 comensales.








Centrémonos ya en lo puramente gastronómico. Como inicio y cortesía de la casa, un más que interesante aperitivo: royal de foie con crema de calabaza. Quizás la calabaza enmascaraba ligeramente el sabor del foie y no estaba excesivamente caliente, pero en definitiva superaba a lo que se suele ofrecer en otros lugares como dicho concepto.









En el capítulo de los entrantes, optamos por degustar tres diferentes. La primera opción fue el archiconocido pastel de merluza, cuyo origen se remonta al anterior Astelena y debido a su éxito se ha mantenido año tras año en la carta. Tamaña fantasía desprende dicho bocado, que inspiró al mismísimo Arzak para crear su pastel de cabracho. Ahí es nada.












Segundo reto gastronómico: hongos a la plancha con su yema de huevo a baja temperatura. Exquisito. Magia que se consiguió tras previamente romper el huevo y mezclarlo con los hongos, como mandan los cánones.










Y como último entrante, un clásico de su carta, cuyo origen data de la época de su abuelo, como lo constata el nombre del plato: callos de Iñaki. La presentación del plato es como debe de ser; en una cazuela naranja de las de toda la vida, donde nadan unos callos de llorar en un caldo sabrosísimo. Les confieso que serán de los mejores callos que he tenido el placer de saborear jamás.











En cuanto a los platos principales, siendo conscientes de su habilidad con los pescados y siempre fresquísimos, no dudamos en degustar dos piezas notables. Por un lado, una suculenta lubina salvaje, todo sabor, donde el refrito a base de ajo, aceite y vinagre maridaba inmejorablemente.










La otra pieza, asimismo, era salvaje y de tamaño considerable. En concreto, se trataba de un soberbio rodaballo salvaje. Mismas características que las registradas en la elaboración de la ya citada lubina. Por lo tanto, nota máxima.









Por último, uno de los momentos sublimes de la jornada fue el de los postres. Si Ander trabaja bien los pescados, en lo que se refiere al noble arte de la repostería, es un auténtico experto. A falta de un postre, cuatro. Fiesta del dulce. Comencemos con los postres que se deben pedir con antelación para proceder a su elaboración. Excelente el pastel de chocolate caliente y helado de fruta de la pasión.












El otro postre que se encontraba en ese mismo apartado era el de hojaldre fino de manzana caliente. Nuevamente arte por todos los poros. Maestro del hojaldre. Enhorabuena.













Uno más. Postre similar en su imagen y calidad: torrija caramelizada y su helado. El cometido más importante lo cumplió sobradamente, que estuviera jugosa y esponjosa. Por todo ello, se repite el resultado más que satisfactorio.












Finalmente, qué mejor forma de ingerir lo que quedaba de un delicioso caldo con tres variedades diferentes de queso con su correspondiente dulce de manzana, que se distinguían por su nivel de curación.










¿Quieren continuar disfrutando de los placeres de la cocina de toda la vida, pero con ciertos toques modernos? Pues hay un lugar que les espera y ese no es otro que Astelena 1997. Deléitense. 


Última visita: 29/02/20

Euskal Herria 3
20003 Donostia / San Sebastián

943 425 867



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