lunes, 26 de diciembre de 2011

Calidad con polémica

¡¡Nueva sección, queridos lectores!! ¿Y qué va a tener cabida en ella? El nombre de la etiqueta, varios, ya nos está dando una pista del contenido que va a recoger; en principio, va a tratarse de un cajón de sastre en el cual se publicarán artículos relacionados con la gastronomía y aportaciones personales de los lectores un tanto especiales, como el caso de recetas curiosas por determinados motivos: históricos, sociales, políticos, festivos, económicos. Referencias gastronómicas divertidas e interesantes (por ejemplo, un alimento concreto qué efecto tiene en la salud, por qué es importante comerlo, en qué momentos, cómo se obtiene...). Todo lo que se les ocurra tendrá su rinconcito en esta sección.






Es el momento de romper el hielo con una aportación de un servidor. El tema con el que vamos a comenzar es un asunto conocido por todos, el cual a quien, en mayor o menor medida, preocupa de alguna manera. Los reconocimientos de la prestigiosa Guía Michelín. Antes que nada, tengo que señalarles que en el origen de este blog y su producto estrella (la Guía Gastronómica) se encuentra dicha Guía, que para mí es como el Mesías gastronómico. Creo a pie juntillas en sus apreciaciones, por lo que uno simplemente se va a limitar a dejar constancia de la polémica que se presenta cada año cuando se otorgan las nuevas estrellas, por los establecimientos que las pierden o por los que esperan obtenerlas, y no es así.




¿Y dónde surgen los problemas? Como se podían imaginar, queridos amigos, en el reparto de las estrellas. Es verdad que las mayores distinciones continúan centralizadas en el País Vasco y Cataluña. No obstante, existirán sus motivos, o ¿no? La primera comunidad autónoma siempre ha estado muy influenciada por la cocina francesa, con todo lo que supone ello, mientras la segunda región es sinónimo de innovación. En concreto, hasta el año 2012 el reparto de restaurantes con tres estrellas era exacto entre ambas regiones: con tres restaurantes para cada una; El Celler de Can Roca de Joan Roca (cuarta imagen), Sant Pau de Carme Ruscalleda (imagen superior) y el Can Fabes de Santi Santamaría (imagen inferior) en Cataluña. Akelarre de Pedro Subijana, Arzak y Martín Berasategui en Euskadi. Sin embargo, tras la triste desaparición de Santi Santamaría, el Can Fabes perdió una estrella, con lo que se ha roto la igualdad.




En cifras globales las diferencias son también considerables e importantes, algo que se viene reclamando durante los últimos años desde la Comunidad Autónoma de Madrid. En dicha comunidad sólo se reparten 19 estrellas Michelín, y sin ningún restaurante que obtenga el máximo galardón, como acabamos de comentar. Mientras tanto, en el entorno de Barcelona (ni siquiera toda la región catalana) la cifra de estrellas se va hasta las 30, y en una bellísima y pequeña ciudad como San Sebastián y sus alrededores el botín es de 16 estrellas y de 26, si consideramos la región completa. Ciertamente, las cifras hablan por sí solas. Eso sí, un servidor no duda para nada de que el reparto sea el correcto; sencillamente, se muestran las cifras, para que cada uno extraiga las conclusiones pertinentes.




Más críticas. Se le acusa a la excepcional y única Guía de hacer uso de la compensación en determinados casos; es decir, se trata de mantener el número de estrellas en las distintas regiones. Analicemos casos concretos. En Álava por ejemplo, se le suprime la estrella al Ikea (decisión incomprensible en mi modesta opinión), y consigue una estrella el Marqués de Riscal (imagen inferior) ¿Compensación? Incluso en algunos casos se apuesta por una comunidad autónoma en detrimento de otra; Cantabria pasa a tener dos nuevos restaurantes que consiguen su primera estrella Michelín: Annua en San Vicente de la Barquera y Solana en Ampuero. De Asturias, por el contrario, desaparecen dos restaurantes que tenían su estrella; Koldo Miranda (otra injusticia según mi modesto entender, pero...) y La Solana (en este caso, si somos más sibilinos, si cabe, la compensación ha sido incluso de nombre. Se sustituye un Solana por otro). Vaya, vaya.





Es su turno; ustedes mismos. Les dejo la patata caliente, pero no se ceben, porque la Guía Michelín es el gran paradigma de la gastronomía moderna. Palabra.

1 comentario:

  1. casualidades de la vida??? habrá que probar los nuevos restaurantes para poder opinar?...será la novedad? el estilo arquitectónico que le envuelve? la renovación?...aunque cada uno tenga un criterio en valorar un restaurante que es lo que prima?...está claro que en alguno, personalmente, difiero totalmente!menos mal, que solo es en alguno!

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