Ya estamos de vuelta nuevamente. Lo primero, como es menester, felicitarles el año. Una vez hecho esto, vayamos con la primera aportación de 2015. En esta ocasión visitamos una bella, tranquila y plácida capital: Vitoria. Y allí, en un lugar estratégico de la ciudad en pleno centro histórico y casco medieval de la villa e integrado en el conjunto monumental, se encuentra el restaurante Zabala. Lugar este, el cual ya se ha convertido en un lugar tradicional de Vitoria, gracias a su buen hacer, que comenzó allá por los primeros años de 1960.
Tradicional sí, pero con tintes renovados, puesto que además de la gastronomía tradicional en los últimos años la cocina de Zabala ha optado por dar cabida también a platos vanguardistas, que hagan las delicias de los amantes de la cocina de última generación. La ilusión de mantener vivas la vanguardia y tradición se muestra, sin tapujo alguno, en uno de los comedores, llamado La Kobatxa, el cual nos transporta a una cueva, dado que se trata de una de las cuevas construidas en 1787 por el arquitecto vitoriano Justo Antonio de Olaguibel. En ella se ha querido mantener la esencia original respetando las paredes, por las que se filtra el agua del subsuelo, con una renovada iluminación. Gran idea.
Vayamos con lo importante. 3 entrantes; inicio con un plato purificador, para purgar los excesos navideños: parrillada de verduras a la brasa con bocadillo de yema de huevo. Todas las verduras soberbias y en su punto. Quizás sobre el maíz, bien por su dureza, bien porque en estos lares no estamos acostumbrados a su ingesta.

Y como último entrante, sin lugar a dudas, el más vanguardista de todos ellos, y el que se llevó todos los reconocimientos del público allí presente: espárragos verdes en tempura con crema caliente de Idiazabal y reducción de cítricos. Bien presentado, bien elaborado y con un sabor espectacular. Bravo.

A continuación 2 platos de carne y 2 de pescado. Y todos ellos, sin excepción alguna, clásicos de nuestras cocinas. En cuanto a la carne, primero, chuletillas de cordero con patatas y pimientos verdes. No pasarán a los anales de la historia, la verdad. Un plato bastaste vulgar, diríamos.
Afortunadamente, con el otro plato de carne tuvimos más suerte: solomillo con pimientos rojos y crema de patata. Un trozo perfecto en su tamaño y con un punto de la carne magnífico. Todo ello bien sazonado, como mandan los cánones.


El otro pescado, una de las recomendaciones de la casa: rodaballo salvaje. Doy fe que se podía catalogar como salvaje, puesto que pocos rodaballos tienen esa textura y ese sabor auténtico, sin falsos artificios y disimulos. Maravilloso.

Finalmente, como colofón de fiesta, 2 postres; por un lado, una refrescante sopa de cítricos con sorbete de limón. Verdaderamente, toda esa acidez facilitaba y aceleraba el proceso digestivo. Una buena elección para el comensal con problemas de pesadez tras una comida excesiva.
Por otro lado, un postre más contundente, generoso y dulce: tarta de queso, coulis de frutos rojos y sorbete de yogur. Si uno se encuentra con fuerzas, este es un digno broche a una gran comida, ya que colma toda las expectativas de los más golosos.
Ya ven, la vanguardia no está reñida con la tradición, y sino, que se lo pregunten al restaurante Zabala.
Última visita: 17/01/15
C/ Mateo Moraza, 901001 Vitoria (Álava)
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