lunes, 13 de julio de 2020

El aroma de lo clásico nunca perecerá

Una vez ya normalizada nuestra vida diaria y por ende el asunto gastronómico, continuamos recorriendo lugares, los cuales nos ofrezcan sabrosos platos que degustar. Esta vez además vamos a disfrutar de un entorno más que privilegiado, dado que el restaurante El Txakoli, protagonista merecido del día de hoy, se encuentra ubicado en plena naturaleza en el monte Artxanda, a sólo dos minutos de la ciudad de Bilbao. Así pues, doble disfrute del que podremos gozar en esta ocasión.






Pero si el exterior nos propone grandes sorpresas, el interior tampoco le va a la zaga en absoluto. En El Txakoli han querido cubrir todo tipo de demanda, desde la más íntima hasta la mayor celebración. Por ello, para atender a dichos ofrecimientos existen tres salones y una terraza cubierta de diferentes capacidades. Salones todos ellos clásicos, con una decoración atractiva, mesas bien vestidas con mantelería blanca, y bonitas copas y cubertería.








En esta oportunidad optamos por degustar una notable variedad de entrantes, y no fue una mala elección, la verdad sea dicha. Comenzamos con un clásico de nuestros aperitivos: calamares fritos. Su éxito reside en la calidad de la materia prima, circunstancia que en muchas ocasiones es un muro infranqueable. Esta vez el obstáculo fue superado con creces. Enhorabuena.


Seguimos con otro clásico y de la misma familia: croquetas variadas. A diferencia del caso anterior el triunfo no reside en la materia prima, sino en la exquisitez de la elaboración de la bechamel, pasando así la materia prima a segundo plano. Afortunadamente nuevamente todos y cada uno de nosotros quedamos satisfechos con el resultado.



Y sin abandonar todavía los entrantes, podemos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que fue un día a anotar en el calendario para los amantes de la morcilla. Tuvimos el placer de degustar una morcilla casera de puerros y cebolla de la casa realmente extraordinaria. Quedará para los anales de la historia particular de este embutido.


Por fin, llegamos al último entrante, pero no en calidad, sino en tiempo cronológico: hongos confitados a la plancha. Todo lo dicho anteriormente para el plato de los calamares se puede trasladar palabra por palabra a este manjar. Simple ecuación: materia prima deliciosa=plato delicioso.



Evidentemente, después de la abundancia de entrantes sólo había capacidad para un plato, que cayó del lado de la carne. En concreto, solomillo a la plancha con guarnición. Lástima, que, tras haber solicitado una carne poco hecha, estaba más que hecha, posiblemente por equivocación de comensal. Algún otro se comió mi demanda. Pequeño borrón, pero que para nada emborrona toda su positiva e intachable labor.



Quizás, queridos lectores, he faltado ligeramente a la verdad cuando anteriormente afirmé que apenas quedaba espacio en nuestros saciados estómagos, puesto que a la llamada del puesto acudimos cual posesos. Tal es así, que dos mejor que uno. Primero, tarta de queso al estilo Txakoli. Original, básicamente por su intenso sabor a queso. Me encantó.





Y como segundo y último postre, un más que atractivo volcán de chocolate con helado de cítricos. A los que son fieles seguidores míos no hace falta recordarles mi exigencia con este dulce, dado que soy un amante acérrimo. Por lo tanto, si la nota es buena, es que el postre es exquisito. Felizmente, y como no podía ser de otra manera, así resultó.


En definitiva, El Txakoli un lugar sin fecha de caducidad. Ejemplo de inmortalidad gastronómica.




Última visita: 28/06/20
Ver ubicación Longitud: -2º 55’ 4.58’’ Oeste Latitud: 43º 16’ 25.46’’ Norte


Carretera Artxanda-Santo Domingo, 19
48015 Bilbao


+34 944 45 50 15

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