jueves, 22 de septiembre de 2016

El sabor de la cocina mediterránea

Un buen lugar para disfrutar del verano gastronómico es, sin duda, una isla mágica como Menorca, pero en ocasiones tiene sus pegas, dado que puede ser una idea muy popular, con lo que uno se encontrará un local aún con previa reserva abarrotado, hecho que, desgraciadamente, nos sucedió. Teníamos grandes expectativas depositadas en una preciosidad como el restaurante S'Amarador en la encantadora Ciutadella, pero poco a poco se fueron diluyendo. El detalle de que aún habiendo reservado anteriormente uno de los comensales tuviera que sentarse en un banco corrido, tratándose de una de las peores mesas del local, nos decepcionó muy mucho.








Y verdaderamente fue un auténtico desliz, puesto que S'Amarador dispone de espléndidas terrazas, un gran comedor interior y un delicioso patio presidido por una higuera, pero con nosotros no fueron muy condescendientes; no escogieron la mejor mesa. No obstante, si es cierto que el restaurante es muy especial, ya que está situado en uno de los edificios principales del puerto de Ciutadella, el cual fue restaurado después de haber permanecido cerrado durante más de 15 años, además de que su gastronomía es de calidad, donde destacan los arroces, pescados y mariscos.









En cuanto a lo realmente importante, es decir lo que se nos ofreció gastronómicamente hablando, más que correcto, como ya hemos anticipado. Para comenzar, dos entrantes. Por un lado, una ración de croquetitas de cabracho y gambas. Docena y media de croquetas muy redondas, quizás no demasiado cremosas, pero con un sabor intenso a marisco.





El segundo entrante fue similar, pero le superó en calidad, si bien a la vista parecía querer indicarnos otra cosa. Ya sabemos que todos los sentidos son partícipes del placer de comer, pero el sabor se impuso a la vista en esta ocasión, que por otra parte, es como debe de ser. Una ración de buñuelos de queso, cuya masa era más fina que la de las croquetas.





En los platos principales no arriesgamos en absoluto. Menorca es tierra de pescados, pues dicho producto al plato. Para empezar una clásica dorada a la plancha. No queríamos que le acompañara ninguna salsa que pudiera disfrazar su majestuoso sabor. Y doy fe que acertamos. Una carne tersa que brillaba en todo su esplendor. Magnífico.




El segundo pescado fue una de las joyas de la isla: el fastuoso Gallo San Pedro. Tan feo como exquisito y con un nombre un tanto especial. Dice la leyenda que se debe a que San Pedro dejó una huella cuando sacó una moneda de oro de este pez, cuya característica principal es su mancha oscura, o séase la huella de San Pedro. Olvidándonos de leyendas, destacar que lo que sí fue una realidad es lo fantástico que resultó la pieza, una vez más con la misma estrategia de no recurrir a artificios extraños.




El momento postres fue correcto. Si existe la oportunidad de degustar un coulant con helado de vainilla, rara vez me niego. Lamentablemente, no fue de los mejores que he saboreado. En su descargo hay que reconocer que la exigencia es máxima, a raíz de mi conocimiento de este postre.












Y como colofón, para refrescar la velada, una copa de helado de coco y chocolate. Increíble la amplísima variedad de helados caseros que se ofrecían. Es en esta modalidad de los dulces donde dan el don de pecho. Bien.















Un buen lugar con unas visitas espectaculares, siempre que les asignen la mesa conveniente.



Última visita: 01/09/16




Carrer de Pere Capllonch, 42
07760 Ciutadella, Menorca


971 38 35 24

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