martes, 30 de julio de 2024

Excelencia gastronómica en una masía

Siempre es un placer saborear de buena gastronomía en una acogedora masía. Quién lo iba a decir en el siglo XI y XII cuando estas construcciones rurales de Cataluña eran toda una realidad, que con el paso del tiempo se iban a convertir en lujosos hoteles o, como es el caso que nos ocupa, en un excelente restaurante: Els Tinars. Su ubicación se encuentra en plena autovía, pero la salida a una vía de servicio nos facilita su localización. En concreto, está en Llagostera, en el kilómetro 7,2 de la Carretera de Sant Feliu. Si este tipo de edificios han tenido siempre un fin familiar, la esencia gastronómica también ha mantenido dicho espíritu familiar.





Y tan familiar, dado que su origen se remonta a 1918 cuando los abuelos de quienes regentan el local actualmente, que no son otros que Carles Gascons como chef y su hermana Elena como jefa de sala, apostaron por abrir una panadería, y luego ya fue todo rodado. Tanto es así que ya son poseedores de una estrella Michelín y dos Soles Repsol. Ahí es nada. En lo que se refiere al interior, el salón comedor de la masía es muy grande, separado por algunos muros porticados y tiene varias terrazas exteriores preciosas. La decoración es muy elegante y moderna, predominando el color blanco y muchas librerías, destacando que cada mesa con sus asientos tiene su personalidad propia.








Tras estas divagaciones, inicio del gozo. Optamos, como mandan los cánones por un menú degustación, si bien hay que señalar que el menú exige ser reservado con antelación, con el trastorno que puede suponer todo ello. Primero, cortesía de la casa: rodajas de un excelente fuet, pan tumaca (el mejor tomate que he tenido el placer de degustar), un buen aceite de oliva de la región, unas olivas sabrosísimas y un salmorejo realmente refrescante. Bravo.







Ahora sí, menú en marcha. Para comenzar platillos de productos de temporada: ajo blanco, tomate confitado y granizado de tomate; mejillones con escabeche picante; atún rojo, jugo de aceite, aceitunas gordal y anchoa; tostadita de tartar de filete de ternera, anguila y tuétano; una mini patata Tinars rellena de butifarra. Todo espectacular, exigiendo además un meticuloso orden de ingesta, con el fin de que la sinfonía de sabores fuera la idónea. 








El segundo plato fue 100% a base del producto estrella de la región: la gamba de Palamós. Primero, gamba salteada con quinoa crujiente, a continuación, sopita de cabezas de gamba al Jerez, y por último, gamba escaldada en agua de mar. Sólo la gamba con su sabor era un privilegio infinito. Esa gamba entre cruda y cocinada, es inigualable. No se molesten en buscar, porque como la gamba de Palamós no hay ninguna. Y el caldo donde se había cocido la gamba, otro manjar de dioses. 









Continuemos. Oportunidad de degustar el mar y montaña en un único plato. Para empezar los pequeños canelones de pollo de payés con cigalas y rebozuelos. Combinación perfecta de productos de la tierra y del mar. El pollo y las cigalas son amantes prefectos. Bravo.










Y para terminar con ese capítulo, ñoquis melosos de patata, salsa de mantequilla y caviar imperial. Ya ven, el plato anterior y este que nos ocupa saben dignificar a la pasta como bien se merece. Grandes productos, que en esta ocasión no participan como actores principales, como es costumbre.











Llega el turno del pescado de lonja. Filosofía de Els Tinars: pescado del día según mercado. En esta ocasión una suave y delicada lubina acompañada de puerros y espárragos trigueros y todo ello regado con una especie de salsa de purrusalda. Muy bien.











En lo que se refiere a la carne, gozó de dos partes diferenciadas. Primeramente, tiempo para el cordero lechal. Carré de cordero a la brasa con aligot de patata y queso, romesco de hierbas y escalivada.  Pieza exquisita, puesto que el costillar, sin duda alguna, es una de las partes más jugosas.









Y en segundo lugar, pichón de Bresse asado, la pechuga a la brasa, los muslos glaseados y su paté. Evidentemente, Bresse es el lugar donde se crían todo tipo de aves de caza. En definitiva, este plato es ley. Pichones, palomas se crían en la multitud de granjas que existen por la zona.









En el capítulo de postres, empezamos con una fruta fresca de temporada, donde el higo es la auténtica estrella. Higos, helado de higos, aceite de higuera y ensalada de hierbas frescas. Para los amantes de este producto una auténtica bacanal. Lamentablemente, no es mi caso.









Y terminamos con una fruta de hueso confitada. Ya ven, todo a base de fruta. Sorbete de albaricoque confitado, "menjar blanc" de pistacho y galleta desmenuzada. Si el sorbete estaba espectacular, el menjar no le iba a la zaga. Por cierto, desconocía que se trataba de una crema dulce, a base de leche, y almidón aromatizado con canela y piel de limón.











Para terminar, y acompañar bien a los cafés, los siempre eficaces petit fours. En esta ocasión, tres variedades: un dulce de pera y manzana, una especie de magdalena y un sabrosísimo y espeso chocolate con galleta. Buen broche.














¿Quiere gozar de la mejor gastronomía en el encanto de una masía? Hay un lugar muy especial y ese es Els Tinars.





Última visita: 26/07/24


Web del restaurante
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Ctra. de St. Feliu a Girona,
km 7,2 - 17240 Llagostera GIRONA



972 830 626 

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