miércoles, 17 de julio de 2024

Perdidos en el paraíso gastronómico

Y sí, queridos lectores, porque para llegar al paraíso hay que perderse, dado que esos lugares mágicos siempre están escondidos. El acceso a dicho lugar mágico y misterioso, que no es otro que el Molín de Mingo, nos obliga a adentrarnos en la Asturias más profunda, en plena montaña, muy cerca de Cangas de Onís, Ribadesella y Arriondas. Se deben subir varios kilómetros por una estrecha carretera, para a continuación sin dejar nunca el camino, pasar los pueblos de Peruyes y Canaliegas y después alcanzar el esplendoroso El Molín de Mingo. Una vez allí, nos espera una gran casa de aldea dónde se ubica esta joya. Dispone de aparcamiento en un terreno colindante para poder dejar el coche tras recorrer el mencionado trazado sinuoso, y estar prestos para tomar el aperitivo previo.





Todo su entorno natural, así como su decoración merece, del mismo modo, una mención aparte. La transformación de este antiguo molino en un local gastronómico se ha sabido realizar del modo más exitoso, manteniendo una decoración rustica y con un estilo muy personal. En el exterior observamos el vigor del río Zardón, que daba servicio al molino, además de un par de casas y un hórreo, también habilitado para dar comidas. Y por último, los espacios exteriores están habilitados como terrazas para comer fuera o salir después a tomar el café o hacer una sobremesa larga. Si olvidar, el esplendor del jardín naturalista, diseñado por el reconocido paisajista ovetense Fernando González, que nos enamora a través de los enormes ventanales.






Momento de felicitaciones a la maga y artífice de este sueño: Dulce Martínez. Arriesgó su saber culinario y capacidad económica para reformar el molino familiar. Por suerte, esta vez ocurrió el famoso quien arriesga, gana. Y para el acometido gastronómico supo rodease de uno de los grandes de la gastronomía asturiana y del panorama nacional, su actual marido Nacho Marzano. Sus inicios fueron a base de exquisita gastronomía tradicional asturiana para pasar a la única opción de menú degustación (largo y corto) a precios verdaderamente competitivos y ajustados. Con un detalle, que no se debe obviar: no hay servicios de cena, con lo que el disfrute de la comida no tiene fin. Gracias de todo corazón, Dulce.











Tras esta detallada presentación y por otra parte, merecida, gocemos una vez más con lo que degustamos. Como no podía ser de otra manera, optamos por el menú largo, a base de dos entrantes, siete platos principales y su correspondiente postre. Los dos entrantes, por una vez, les dejo que sigan el juego conmigo y adivinen de qué se tratan. Pista: mucho ingrediente asturiano, lo cual es una constante en la filosofía de El Molín de Mingo ¡¡Ánimo!!






Con lo platos principales nos vamos a poner más serios, y nos vamos a dejar de juegos. Sé que quieren la información completa y detallada, siendo honestamente mi deber. Empezamos el festín con unas croquetas de jamón y de compango. Las croquetas insuperables, melosas y con una bechamel, en la cual el asesoramiento de Nacho seguro que está presente, con lo que es un valor seguro. Él es el rey de este producto, sin duda. Por cierto, la croqueta de compango les va a sorprender muy gratamente. El compango es el acompañamiento, que lleva la fabada, de modo que en el momento de llevárnosla al paladar nos traslada a otro capítulo gastronómico.




Siguiente plato. Algo más digestivo. Espárrago blanco y holandesa de ajo negro y sardina ahumada. La primera impresión visual, espectacular. Perfecta sinfonía de colores y sabores. Todos los productos perfectamente conjuntados, creando un plato final refrescante, muy acorde con la época festival veraniega en la que nos encontramos.




Continuamos con un pescado, socorrido y ganador de muchas batallas: bacalao al pil pil y licuado verde de espinaca. De momento, proseguimos con el color verde, haciendo un guiño a nuestra querida tierra asturiana. Capítulo aparte merece la sutileza de la guindilla troceada. soberbio.



A continuación, un plato asturiano por antonomasia: tortu de maíz con queso de Afuega el pitu y cebolla confitada. El torto o tortu (en bable), para los que no lo sepan, no deja de ser una simple masa de harina de maíz, harina de trigo, sal y agua templada, pero que en las manos de Dulce pasa a ser todo creatividad. Delicia pura. Disfruten también del excelente queso de Afuega el pitu, cumpliendo el canon del buen asturiano: "no hagan comida ni con quesu, ni sin quesu". Es decir, toda comida debe de llevar queso, pero no toda la comida puede ser queso. Grandes personas las asturianas.






Más. Fabes con bonito. Quizás nos decepcionó un tanto esta innovación. Lástima realmente, puesto que la fabada perdía su esencia y uno queda un poco desencantado y huérfano por no saborear el estandarte gastronómico de Asturias. El mejor de los mejores escribanos tiene su diminuto borrón.



Pasamos ya a la carne y una de las piezas favoritas de los pastos norteños: Cabritín de Ponga guisado. Un inciso. El valle de Ponga es una maravilla, merece realmente la pena visitarlo (Embajador turístico de Asturias a coste cero). La carne de cabrito tierna y jugosa, sin nada de grasa, acompañada de lechuga, para completar el plato. Muy bien.




Y para terminar, apoteosis final: arroz con pitu de caleya. Lo primero definir qué es: se trata de un pollo de camino, porque se cría en total libertad, alimentándose con lo que se encuentra en el campo y pasa la edad de un año. Su carne, como podrán comprobar, es más oscura, amén de que el tamaño es mayor. Dicho pitu es guisado durante varias horas, añadiéndose al arroz, et voilà: tienen en la mesa una referencia gastronómica de esta tierra luchadora como la que más.











Como bien saben, lo de terminar era un indicador del final del inicio del apartado más dulce. A falta de un postre, tres. Primero: galleta de almendra con crema inglesa y mango natural. Forma idónea para comenzar nuestro proceso digestivo. Postre con acento inglés y toque asturiano. Más no se puede pedir.












¿Qué les parece continuar con el dulce fetiche asturiano? Seguro que ya lo tienen en sus mentes con las papilas gustativas al acecho. No podía faltar el arroz con leche. Siempre en esta tierra y con su caramelo delicioso. Puro gozo.












Y ahora, sí, como colofón la guinda a este festín: sopa de coco, menta y chocolate. Lo más digestivo, para el final. Excelente conexión servicio de sala y comensales. Podría catalogarse de despresurización gastronómica exitosa.








Si quieren gozar de naturaleza, entorno mágico y de ensueño, arquitectura impecable y una gastronomía de calidad soberbia sólo existe un lugar en el mundo: El Molín de Mingo.





Última visita: 06/07/24


Web del restaurante
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Finca Molín de Mingo
33540, Peruyes, Asturias
985 92 22 63

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